Los investigadores de la Universidad de Aberdeen, que llevaron a cabo un análisis de ADN de europeos y asiáticos, encontraron que los primeros parecen tener genes que los impelen a "atiborrarse" de comida chatarra y alcohol.
Estudios en el pasado han mostrado que la galanina, un compuesto químico cerebral que actúa en la región del hipotálamo en el cerebro, es crucial para determinar el apetito por los carbohidratos y los alimentos ricos en grasas.
"Este apagador genético controla áreas del cerebro que nos permiten seleccionar los alimentos que nos gustaría comer y si se enciende excesivamente tenemos más probabilidades de sentir ansia por alimentos grasos y alcohol" explica el profesor MacKenzie.
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