Algunos conocedores de la industria creen que la
nueva película del director Martin Scorsese, Hugo, representará un hito
para la acción en tercera dimensión, pero teniendo en cuenta que este no
ha sido un gran año para ese sector, vale la pena preguntarse si será
demasiado tarde para salvar el formato.
Los espectadores de cine tienen la opción de
escoger entre el 2D y el 3D, y la tendencia es que cada vez más elijan
la opción más barata. Este año, por ejemplo, la proporción ha sido 60/40
a favor del 3D, mientras que el año pasado fue de 78/22.Entonces, ¿es posible que la luna de miel de los espectadores con el 3D haya terminado sólo dos años después de que Avatar rompiera récords de taquilla?
"Estamos en un momento absolutamente crucial," dice Chris Parks de Visión 3, una empresa de Reino Unido que asesora a la industria del cine en tecnología estereoscópica.
"Era inevitable que la burbuja estallara. Yo tengo fe en el 3D como medio, pero no creo que ninguna película de acción lo haya hecho de la manera correcta. Al menos hasta ahora".
El aporte
Avatar consiguió US$760.5 millones en taquilla.
Según ellos, su película familiar y de fantasía, Hugo, que se estrena en América Latina a partir de diciembre, representa "el futuro de los filmes en 3D".
Se trata del director más importante que hace uso de esta tecnología desde Alfred Hitchcock. Scorsese utiliza la tercera dimensión como un recurso narrativo que le permite al espectador viajar a través de escenas frenéticas y de persecución, y dar vida a un reloj robot que tiene la clave de la trama.
"Creo que Marty ha ofrecido una enorme muestra del potencial del 3D", señala Ben Kingsley, una de las estrellas de la película.
Scorsese, en cambio, es más modesto acerca de su primera incursión en el formato.
"Teníamos miedo", dice. "Era como caminar por la cuerda floja".
Cuando el legendario director, cuyas credenciales incluyen "Taxi Driver", "Raging Bull" y "The Departed", anunció que iba a hacer una película en 3D, descubrió que todos a su alrededor tenían un consejo que ofrecerle... y casi todos era malos.
"La gente empieza a tener reglas: no se puede hacer esto, no hagas aquello", recuerda.
"A todos les dije: 'No quiero escuchar lo que no se puede hacer".
"No iba a dejar que la gente me confundiera. Si no se puedía hacer, nos daríamos cuenta en el plató, en el monitor".
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