Estamos navegando tranquilamente en casa, viendo el último éxito de YouTube o subiendo las fotos de las vacaciones a Facebook y de repente algo no funciona bien. Las páginas no cargan, los vídeos se paran, nos dan ganas de amenazar, golpear y gritar al ordenador, ¿qué sucede? Vamos al router y observamos que la luz de conexión está apagada. No hay nada que hacer, en ese momento nos damos cuenta: ¡Nos hemos quedado sin acceso a Internet!
Todos hemos vivido una situación parecida en algún momento de nuestras vidas digitales interconectadas, que en algunos internautas va más allá del simple cabreo temporal y puede llegar a ser origen de diversos cuadros de ansiedad, estrés e incluso depresión. Entonces, ¿Nos hemos vuelto adictos a Internet?, ¿cómo influye la falta de conectividad en nuestras vidas?
Juventud, redes sociales y Banda Ancha, un cóctel explosivo
Últimamente se habla mucho de estos temas en los medios de comunicación tradicionales, sobre todo en la televisión. Aunque en general nos pueda parecer que exageran y que son demasiado alarmistas, las cifras reales de diferentes estudios indican que no van muy desencaminados.Por ejemplo, un reciente informe de la operadora británica Sky Broadband ha revelado que más del 51% de los usuarios encuestados (entre un total de 2.000) que se enfrentaban a algún problema técnico que les impedía comprobar sus correos o entrar a sus redes sociales afirmaba sufrir ansiedad, enfado y/o tristeza.
El 26% de los hombres y el 21% de las mujeres encuestados se conectaba más de 6 horas al día, y el 32% de todos ellos sentía la necesidad de comprobar sus correos más de 6 veces al día (sin contar las horas de trabajo) y un 5% lo hacía unas 20 veces.
Algo similar sucede con las redes sociales, que además acompañan a los usuarios permanentemente en sus actividades diarias gracias a los terminales móviles. Según el estudio, más del 14% de los encuestados declaró la necesidad de acceder y consultar las novedades de los diferentes servicios sociales por lo menos 6 veces al día.
Además, cuanto mayor es la calidad de nuestras conexiones y su velocidad para transmitirnos los datos, mayor parece ser también la dependencia con los distintos servicios de Internet y menor la paciencia de los usuarios ante cualquier contratiempo, sobre todo en los internautas más jóvenes, los nativos digitales, que en muchos casos no han vivido el mundo offline con el que nos hemos criado los usuarios más veteranos, y para los que la Banda Ancha es algo que ha llegado “de serie” a sus vidas.Que somos dependientes de las nuevas tecnologías no creo que pueda ponerse en duda. Sin embargo, quizá deberíamos aclarar que por lo general no somos adictos a las tecnologías en sí mismas (o por lo menos no de forma habitual), sino a lo que podemos hacer con ellas. En el caso de Internet, podríamos decir que somos adictos o dependientes del continuo flujo de información que nos puede proporcionar.
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