Por primera vez un estudio, realizado por el Hospital de Niños de
Filadelfia a través del Centro de Estudios de Prevención de Lesiones, se
centra en los conductores adolescentes con autismo de alto
funcionamiento, HFASD. El estudio apunta que dos tercios de estos adolescentes en edad legal para conducir un auto ya lo hacen o están pensando en ello.
Muchos se preguntan si la decisión de conducir debería estar basada en
un diagnóstico o si sería preferible que el adolescente decidiera junto
con sus padres si son, o no, lo suficientemente maduros como para tomar
esa responsabilidad.
Las personas con trastornos de alto funcionamiento del espectro autista,
o HFASDs, tienen deficiencias sutiles en la interacción social, en las
habilidades motoras de comunicación y en la coordinación. También,
tienen dificultad para regular las emociones. Dicen los investigadores que para muchos de estos adolescentes cuando se conduce, se entra en un juego.
Según la principal autora del estudio la doctora Patty Huang, poco se sabe acerca de cómo el HFASD afecta a la capacidad de una persona a la hora de conducir.
Lo que sí sabemos es que ha aumentado la tasa de niños diagnosticados
dentro del espectro del autismo y que muchos de ellos serán futuros
conductores.
Huang y sus colegas encuestaron a cerca de 300 padres de adolescentes con
HFASDs. Según el estudio, de los adolescentes con autismo que ya
estaban conduciendo, el 12% ha recibido una multa o ha estado
involucrado en un accidente. Tambén, el 12% acudieron a una cita con un
especialista en conducción.
Los investigadores sugieren que la menor tasa de problemas entre los conductores con autismo podría
deberse a que estos jóvenes son exigentes en cuanto a las reglas o
porque los padres de las personas con el trastorno del desarrollo son
más restrictivos con los privilegios de conducir.
Este estudio compara a los adolescentes con HFASD que conducen con los que no son conductores.
Determinó una serie de características comunes entre los adolescentes
más propensos a convertirse en pilotos: todos tenían al menos 17 años de
edad, planifican asistir a la universidad y piensan tener un trabajo
remunerado fuera de casa, entre otros. Además, los que sí conducen ganan
en seguridad personal.
Los accidentes de tráfico son la principal causa de muerte entre los
adolescentes, por lo que este estudio, publicado en la edición de enero
de la revista de pediatría del desarrollo y del comportamiento, pretende
ayudar a entender el impacto en la conducción de los
adolescentes con diagnóstico HFASD y cómo desarrollar una educación
apropiada y las herramientas para evaluar.
Dicen los investigadores que una vez determinado que el adolescente está listo para conducir, sería muy útil solicitar una cita con el especialista o un instructor de conducir
para que guíe al adolescente. En Pensilvania, la ley establece que los
adolescentes deben acudir a una sesión con su médico antes de obtener un
permiso de aprendizaje. La mayoría de los estados no tienen este tipo
de leyes y los médicos
deben estar preparados para ayudar a sus pacientes y sus padres. ¿Estás
de acuerdo en que los estados establezcan leyes como la de Pensilvania?
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