“Fue un regalo que se convirtió en un infierno”. Con esta frase
comienza el dominicano Ramón Escalante Florentino a narrar los
angustiantes momentos vividos durante el naufragio del crucero “Costa
Concordia” frente a la isla italiana de Giglio, del cual sobrevivió
junto a su pareja, Romelia Darisa González.
“Nosotros llevamos
seis años de relación y yo le había prometido un crucero para que
conociera Roma y El Vaticano. Nos las estábamos pasando genial, pero
todo pasó a ser un infierno”, dijo Escalante Florentino al relatar a
LISTÍN DIARIO la dramática experiencia del naufragio.
Escalante
cuenta que eran las 9:00 de la noche y se servía la cena en el barco
cuando escucharon una estruendosa explosión que hizo volar los platos de
la bandeja de un camarero, mientras las botellas de vino y las copas
caían al piso.
El temor se apoderó de todos los pasajeros, pero
volvieron a la calma cuando el capitán les pidió no preocuparse porque
“todo está bajo control”, tras explicar que el barco había sufrido una
pequeña avería en su motor.
“Pasaron 15 minutos, pero el barco se
iba inclinando cada vez más, mientras la tripulación y los camareros
iban corriendo por todo el barco con chalecos salvavidas puestos,
mientras nosotros estábamos todos en la mesa cuando en teoría teníamos
que ser los primeros en ser protegidos”, dijo.
Tras suponer que
algo no andaba bien, Ramón pidió a Darisa que le acompañara al camarote
que estaba ubicado en la planta número 9 de la embarcación que ya se
inclinaba a la deriva. La pareja subió los seis pisos que separaban el
restaurante de su habitación “como el que se está trepando a un árbol”.
Una
vez en el camarote sólo atinaron a ponerse el chaleco y unos tennis,
pues llevaban puestos tacones de fiesta. Fue entonces cuando sonó el
aviso de que iban a ser evacuados porque el barco se hundía. Cuando
llegaron al punto de la evacuación se encontraron con más de cuatro mil
personas en fila. La desesperación se apoderó de los pasajeros. “Todo
el mundo tirándose por encima de los demás, la madres tiraban a los
niños para que se metieran en la barca”. Escalante recuerda que algunas
madres decían “vete hijo mío que yo prefiero morirme para que te salves
tú”.
Dijo que fue un crucero fatal para muchas personas,
incluyendo a su camarero personal, que según dijo se ahogó al igual que
la persona que los guiaba.
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