En su primera audiencia del año, el Papa dijo que la Navidad "celebra el hecho histórico del nacimiento de Jesús". ¿Por qué ese calificativo? ¿Qué se conoce con exactitud sobre sus tres años de vida pública?
El recorrido terrestre del que para los cristianos fue el Hijo de Dios no puede menos que fascinar. Se crea o no en la doble naturaleza -divina y humana- de Jesucristo, su periplo cambió la Historia y no cesó e influir en los siglos posteriores a su martirio. Pero, precisamente por el hecho de su divinidad, proclamada por la Iglesia Católica, por años Jesús no fue objeto de estudios históricos.
Hasta mediados del siglo XVIII ni siquiera hubo cuestionamientos
sobre la veracidad de lo que relata la Biblia sobre Cristo.
Posteriormente, hubo hasta quienes negaron su existencia histórica; algo que hoy ya no es discutido. Pero, ¿cuáles son las fuentes históricas de su "biografía"?
Los cuatro Evangelios bíblicos, es decir, los libros
que reconstruyen su vida y su predicación y que la Iglesia reconoce
como auténticos -existen otros, apócrifos-, fueron escritos pocos años después de la crucifixión, pero no por testigos directos. Son relatos recogidos por sus autores de personas que fueron contemporáneas de Jesús.
Una "prueba" de la antigüedad de los Evangelios sería el hecho de que ninguno de ellos alude a la destrucción del Templo, la caída de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío, acontecimientos que tuvieron lugar en el año 70
después de Cristo. Son hechos que hubieran servido a la "propaganda"
cristiana, como pruebas de las profecías de Jesús. Por lo tanto no hay
motivo para que los evangelistas, Juan, Marcos, Mateo y Lucas,
no los hayan incluido, excepto el que fuesen posteriores a sus
escritos. En consecuencia puede suponerse que estos textos fueron
redactados en los años siguientes a la muerte de Jesús, ocurrida
aproximadamente en el año 40, y antes del 70. Los cuatro Evangelios
abrevaron en un fondo común de relatos y citas que se repiten en varios de ellos: anécdotas de primera mano y palabras y frases atribuidas a Jesús. Son citas que representan un acervo universal:
"No sólo de pan vive el hombre"; "Si te pegan en una mejilla, ofréceles
la otra"; "Los últimos serán los primeros", "Es más fácil que un
camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino de los
Cielos"; "Dejad a los niños venir a mí" "Perdónalos porque no saben lo
que hacen" "Ámense los unos a los otros".
La intención proselitista de los Evangelios es evidente; y es lo que ha llevado a muchos a poner en duda su rigor y descalificarlos como historia científica;
una crítica un tanto anacrónica ya que ese género prácticamente no
existía en la época. Por otra parte, más allá de la Biblia, otros dos textos mencionan la existencia de un judío llamado Jesús en el siglo I de nuestra era. Se trata de las obras de dos historiadores, uno judío y otro romano.
José Ben Matías, conocido como Josefo o Flavio Josefo,
era un historiador protegido por los emperadores romanos Flavios (de
ahí su nombre), que vivó del año 37 al 100. Escribió dos obras: La guerra judía y Antigüedades judaicas.
En este segundo libro, escrito en el 93 d.C., Josefo dice que en el año
62 el sumo sacerdote Anano el Joven "convocó una reunión del Sanedrín y
llevó ante él al hermano de Jesús, llamado Mesías, de
nombre Santiago". "Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó
para que fuesen apedreados", relata Josefo. Es una mención al pasar:
para identificar mejor a "Santiago", aclara que era hermano de un Jesús, al que llamaban el Mesías. Esta aclaración se imponía porque Jesús era un nombre muy usado entre los judíos: en hebreo, Yeshúa, una forma abreviada de Yehoshúa, que significa Yahvé (Dios) ayuda o salva.
La Biblia menciona a hermanos de Jesús aunque hasta hoy se debate
sobre si se refiere a otros hijos de José y María, a sus primos o a sus
seguidores.
El otro historiador que nombra a Jesús es el romano Tácito (52 al 118 d.C.) en su obra Anales,
una historia de Roma. Allí dice que Nerón culpó a los cristianos del
incendio de Roma. "Creó chivos expiatorios y sometió a torturas más
refinadas a aquellos que el vulgo llamaba cristianos, odiados por sus
abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato.
Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo
no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la
ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervorosamente prácticas
horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo".
En concreto, ¿qué se sabe de la vida de Jesús? Más precisamente, del período en que ésta fue pública, que se limita a tres años, desde su bautismo en el Jordán por su primo hermano, Juan el Bautista, hasta su crucifixión.
La Palestina de aquellos tiempos era una provincia
romana más, en la cual, como en muchas otras regiones ocupadas, las
autoridades designadas por Roma toleraban la religión local -judía-,
como un elemento de orden. Pero el panorama interno de esta fe
monoteísta -algo raro en la época- era complejo. El judaísmo de entonces
estaba atravesado por muchas discordancias y corrientes: los saduceos, acomodados con el ocupante extranjero; los fariseos, más apegados a las formas -a la observancia ritual- que al fondo; los samaritanos, que no reconocían otra autoridad que la del Templo; los esenios,
que, asqueados por la corrupción, adoptaban el ascetismo; entre otras
corrientes y sectas más o menos toleradas por las autoridades judías y
que iban desde la crítica al establishment religioso hasta la subversión política y la rebelión nacionalista.
La de Jesús fue, en sus comienzos, una más de estas tendencias;
algunos historiadores lo asimilan a los esenios. Pero si esta herejía no
pudo ser reabsorbida como otras y acabó en cisma y en un nuevo credo
ello se debió a dos rasgos de su mensaje: la radicalidad y la universalidad. Este Yeshúa
no predicaba sólo para los judíos, su mensaje iba dirigido a la
humanidad entera, considerada como una unidad. Además, su insistencia en
que venía a dar vuelta todo lo dicho con anterioridad ("Oísteis que fue
dicho.... pero yo os digo", era una de sus expresiones recurrentes)
apuntaba a la fundación de una nueva religión. Esto explica la
coincidencia en la persecución y represión a Jesús y a los primeros
discípulos entre las autoridades romanas y hebreas.
Jesús vivió en un tiempo de crisis política y moral, en el cual proliferaron los profetas, los místicos, los ascetas; hombres que iban por los caminos predicando, lanzando anatemas contra el pecado, el lujo y la falta de fe.
Uno de ellos, llamado Juan, se puso a bautizar en el río Jordán,
con un mensaje apocalíptico, anunciando la llegada de un mesías y
llamando a los hombres al arrepentimiento. Un día, bautizó a su propio
primo, Yeshúa, y en ese mismo acto lo reconoció como el que todos esperaban.
Era el año 29 ó 30 y Jesús, luego de un retiro en el
desierto, empezaba su predicación. Se suceden entonces las bodas de
Caná (donde según el Evangelio convirtió el agua en vino), la
multiplicación de los peces y el pan para alimentar a la multitud que lo
seguía, la marcha sobre las aguas, la sanación de enfermos, la
resucitación de su amigo Lázaro y otros episodios que jalonan la marcha
hacia al cumplimiento de su sacrificio.
Fueron tres años de vida errante, de Nazaret a Cafarnaúm, de Betania -donde vivía Lázaro y en cuya casa se alojaba- a Jerusalén;
sin familia, viviendo en lo de amigos, reclutando seguidores, en
rebeldía contra las normas establecidas, predicando, sanando, ora
celebrado, ora condenado y perseguido, amenazado, sospechoso...hasta el
momento de su arresto y juicio en Jerusalén -poco después de una entrada
triunfal a la ciudad-, instancia hacia el cual él mismo parece haber
avanzado a sabiendas de lo que le esperaba.
Algunos dudan de que haya nacido en Belén; lo
consideran una invención posterior para fundamentar su descendencia de
David. Hablaba arameo y hebreo, tenía cierta formación intelectual, leía
los textos sagrados y debatía con los rabinos, era laico; quizá tuvo
hermanos. Tal vez fue carpintero. Los arqueólogos creen haber
encontrado, en Cafarnaúm, la casa de la familia de su discípulo Pedro,
un lugar donde Jesús pudo haber vivido. En los Evangelios no existe
ninguna descripción física de Cristo.
Puede dudarse también, lógicamente, de los milagros que se le
atribuyen y de su resurrección, tres días después de ser clavado en la
cruz, pero es sobre estos hechos acontecidos en el breve espacio de tres
años que se cimentó una religión que cuenta hoy con 2 mil millones de
fieles. Es evidente que, en esos primeros tiempos difíciles, cuando el cristianismo representaba la disidencia, la marginalidad y la clandestinidad,
muchos hombres debieron creer firmemente en los hechos de Jesús para
que se haya evitado la dispersión y extinción de la pequeña secta que
eran por ese entonces.
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