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Bienvenido su Santidad el Papa Benedicto XVI

Benedicto XVI llegó a México en medio de la alegría de los fieles

Es cierto que el Papa Benedicto XVI viene a compartir con los feligreses mexicanos de la fe católica las virtudes y bondades de su dogma, de eso no voy a hablar. Me interesa en todo caso, conocer las razones de Estado que motivan su viaje. Quizá también sean elementos de debate sobre todo por la polémica que siempre causa que un ministro religioso sostenga relaciones con la clase política de un Estado laico.

Históricamente, la visitas del jefe del Estado Vaticano tienen como propósito dar solución a conflictos de índole político-económico. Esta ocasión no será la excepción. Benedicto XVI tendrá un encuentro con Felipe Calderón, quien le ofrece un recibimiento de Estado, a pesar de que el programa de la visita marca encuentros de índole religioso, lo cierto es que se abordarán asuntos como las reformas que se intentan implementar para que las iglesias –en particular la católica– puedan extender sus sermones a otros tipo de espacios, entre ellos a las escuelas de educación básica y por supuesto, a los medios de comunicación.


Lo anterior, se traduce en una idea tibiamente expuesta de que la iglesia quiere o pretende ser partícipe de las decisiones políticas del país (algo que sabemos desde todos los tiempos); pasando por encima de la laicidad del Estado. De hecho, no es gratuito que la visita se lleve a cabo en un estado inminentemente panista, pero no sólo eso, recordemos que justo la zona del bajío ha sido la cuna de luchas y reclamos emanados desde los lideratos de la iglesia. La señal –política– es clara, en el bastión blanquizaul se respalda a la iglesia y todo lo que de ella provenga.

Sin embargo, también deberíamos preguntarnos porqué el Papa no visitará la ciudad de México. La respuesta es otra razón política: la relación con el cardenal Norberto Rivera no es (por el momento) conveniente, sobre todo si coincidimos en la protección a ultranza que Rivera Carrera ha hecho en los últimos años de los curas pederastas. Pero además, estar en la ciudad de México lo obligaría a abordar los temas de la unión de las parejas del mismo sexo y la posibilidad de adopción, así como el asunto de la interrupción del embarazo. Políticamente no es muy redituable.

Así que el Papa prefiere venir con una agenda apretada que sólo permitirá entrevistarse con los líderes de las clase política y económica, y hará las gestiones pertinentes para que prosperen las aspiraciones políticas de su iglesia. De las víctimas de la pederastia no se ocupará y mucho menos de aquellos abusados por el mexicano Marcial Maciel; sabiamente no pretende agitar el avispero.

De esta manera, no nos sorprendamos entonces que la secuela de su visita traiga beneficios legislativos a la iglesia católica en forma de prebendas políticas y favores económicos, pues de no darse esas reformas que apremia la bancada panista, la visita de Benedicto XVI simplemente habrá sido infructuosa.

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