Su producto estrella es "Big Belly" ("Gran
panza"), un contenedor de basura que tiene la cualidad de compactar los
desperdicios que se depositan en él de manera automática mediante un
sofisticado sistema informático que se alimenta únicamente con energía
solar.
Cada vez que la basura llega a su límite en
el contenedor, un dispositivo se activa en "Big Belly" que pone en
marcha una prensa que compacta su contenido, permitiendo almacenar hasta
cinco veces más desperdicios que en un contenedor de basura normal.
Además, cuando llega realmente al tope de su
capacidad, emite una señal que es recibida por teléfono móvil, para que
los camiones sepan a donde tienen que dirigirse para vaciarlo.
"No sólo es bueno para el medio ambiente al
evitar que la basura se amontone en la calle, sino que además ahorra
muchísimo dinero", dice Cruz. "Los viajes en camión para recoger la
basura se reducen en un 20%, por lo que la Ciudad gasta y contamina
menos".
Estos innovadores contenedores se empezaron a
instalar hace cuatro años en distintas zonas de El Bronx, ya que, entre
otras cosas, este condado tiene los índices más altos de asma de todo
el estado de Nueva York. Se pensaba que reducir las emisiones de
dióxido de carbono iba ir en beneficio de sus habitantes.
"Al principio lo mirábamos raro y algunos no
nos atrevíamos a utilizarlo, pero ahora todo el barrio nos hemos
adaptado al contenedor", cuenta María del Amo, que vive en Melrose
Avenue, en El Bronx, cerca de donde se encuentra uno de los "Big Belly".
"Es verdad que notamos que la basura se
acumula menos y a mis hijos les hace gracia el sonido que hace cuando
aplasta lo que lleva dentro".
Los contenedores se han ido poco a poco
expandiendo por los cinco condados de la ciudad, hasta alcanzar la cifra
de casi un centenar, pero Cruz asegura que están trabajando para que
ese número aumente.
"Nuestro contenedor ha demostrado que puede
ser instalado además en parques y espacios naturales porque está
diseñado especialmente para que los pájaros y los pequeños animales no
se queden atrapados en él", dice el presidente de DEC Green.
"Y también tenemos un modelo que funciona en
interiores consumiendo muy poca energía eléctrica y que sería ideal
para ser instalado en el metro", agrega.
Cada "Big Belly, que suelen ser instalados a
pares –uno para desperdicios y otro para basuras reciclables–, cuesta
unos $4,000, bastante más que un contenedor normal, aunque, como dice
Cruz, "es como cuando te compras un coche: el que consume menos te va a
costar más caro, pero a la larga te sale más provechoso".
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