Para un gobierno que dirige todo y que casi nunca
admite un fracaso, lo que ocurrió no podría ser más desastroso para
Corea del Norte.
El cohete iba a ser la atracción principal en la
celebración del centenario de Kim Il-sung, el fundador del estado. En
cambio, le salió el tiro por la culata: pública, miserable y
espectacularmente.Para añadir al desconcierto de Pyongyang, esto significaba que los escombros cayeron en aguas surcoreanas, al oeste de la península. Naturalmente, Seúl envió de inmediato sus equipos para registrar el mar.
Los previos lanzamientos de cohetes de Corea del Norte no fueron de ninguna manera uniformemente exitosos, aunque hasta ahora han pretendido otra cosa.
En 1998 y de nuevo en 2009, Pyongyang afirmó haber colocado con éxito satélites en órbita, pero nunca nadie ha sido capaz de detectarlos.
En cada caso, el cohete Taepodong recorrió distancias largas (hasta 4.000 km), causando alarma por potenciales implicaciones con el ICBM. Esto fue especialmente cierto en Japón, ya que voló encima del país.
Sin embargo, en ambas oportunidades la última fase de separación fracasó.
Entre uno y otro, el 5 de julio de 2006, Corea del Norte lanzó un Taepodong-2 como parte de una descarga de pruebas de misiles. Esta vez no se habló de ningún satélite. El cohete estalló 40 segundos después de despegar.
Con todos estos antecedentes, nada sugiere que fuera sabio anunciar con tanta confianza un nuevo lanzamiento.
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