Si bien es cierto que cualidades como carisma, simpatía, energía, habilidad oratoria, amplio programa de gobierno que cubra a cabalidad las necesidades reales de la sociedad y un discurso fundamentado en valores como la paz, libertad, esperanza, armonía familiar y rescate de los símbolos patrios, no pueden faltar en el perfil de un candidato político actual, si no se apoya en la tecnología 2.0, no solo se muestra incompleto, sino lejano e inasequible.
Barack Obama comprendió mejor que nadie la importancia de relacionarse con el electorado de “tú a tú” y hacer de las redes sociales el canal adecuado para establecer un vínculo de doble vía que no conoce restricciones de horarios, límite de interrogantes y en especial, censura en los temas a tratar.
Con la estrategia mediática utilizada en su campaña de 2008, Obama trazó las pautas que todo político moderno debe seguir.
Otro ejemplo más reciente es el uso dado a Twitter como plataforma de campaña durante las elecciones presidenciales en España, realizadas el pasado 20 de noviembre. Con el apoyo de la firma de consultoría Llorente y Cuenca, el periódico español El Mundo siguió de cerca las interacciones de los candidatos en esta red y la evolución de la 'reputación en esa red social a través de un instrumento de medición llamado “Tuitómetro”.
Tomando en cuenta una nube de palabras con los diez términos clave utilizados en las cuentas de Twitter de los políticos y los temas de campañas tratados, para determinar quién llevaba la delantera y se les presentaba a los lectores una especie de barómetro, representada en carriles, simulando una carrera de hipódromo, donde se veía el avance de los candidatos en la captación de seguidores.
Un candidato siempre será un producto del “Marketing político” pero las exigencias de un electorado cada vez más tecnológico, hacen que más allá de la imagen proyectada por los medios tradicionales (radio, televisión, prensa escrita y vallas publicitarias), los políticos incluyan las redes sociales, en especial Facebook y Twitter.
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