Puede que no sea la tos ni el
estornudo de un pasajero a tu lado en un vuelo lo que esté propagando
una enfermedad, sino el aeropuerto en el que estuviste.
Luego de un análisis de los 40 aeropuertos más grandes de Estados
Unidos, investigadores del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental
del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) determinaron cuáles con
los que más propagarían una enfermedad en el caso de que un brote
surgiera en la ciudad donde se ubican.
En el estudio publicado el 19 de julio
en la revista PLoS ONE se consideraron los patrones de viaje de los
pasajeros, la ubicación geográfica de los puertos aéreos, las
interacciones entre las terminales e incluso los tiempos de espera.
Una de las sorpresas que resultó del estudio es que el tamaño o flujo
de pasajeros no determinó necesariamente la posición de los aeropuertos
en la lista de los investigadores.
Mientras que los aeropuertos internacionales John F. Kennedy de Nueva
York y el de Los Ángeles fueron el primero y segundo en la lista,
respectivamente, la terminal de Honolulu, Hawai, ocupó el tercer lugar, a
pesar de que tiene solo el 30% del tráfico respecto al Kennedy.
Los investigadores dijeron que se debe a la ubicación de Honolulu en
la red de transporte aéreo: está en el Océano Pacífico, con muchas
conexiones con lugares lejanos, con salas amplias y bien comunicadas.
A pesar de que el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de
Atlanta ocupa el primer lugar en el número de vuelos, fue octavo en la
lista de aeropuertos que potencialmente esparcen enfermedades. El
Aeropuerto Internacional Boston Logan se ubicó en el puesto 15.
Después del Kennedy, el de Los Ángeles y Honolulu, sigue en la lista
la terminal aérea de San Francisco, el aeropuerto Newark Liberty, el
Chicago O'Hare y el puerto aéreo Washington Dulles. Atlanta, Miami y el
Dallas /Fort Worth completaron la lista de 10.
Las crisis de salud pública de la última década, como el Síndrome
Respiratorio Agudo Severo (SARS) en 2003 o la gripe pandémica H1N1 en
2009, han puesto de manifiesto lo fácil que es la propagación de
enfermedades en todo el mundo, incluso a través de los viajes aéreos.
Pero existen modelos, según los investigadores, que buscan sólo
terminar con una epidemia y no ubican en primera instancia los lugares
que tuvieron el desarrollo de las tasas de infección más altas.
Los especialistas dicen que un nuevo modelo puede ayudar a determinar
cómo contener una infección en un área específica, y también apoyar a
las autoridades de salud pública a tomar decisiones sobre el tratamiento
y las vacunas necesarias en los primeros días de contagio.
"En la actualidad somos capaces de crear modelos con algunos detalles
reales de brotes de enfermedades, pero somos menos efectivos en
intentar identificar las nuevas medidas para minimizar el impacto de una
enfermedad emergente", dijo el profesor Yamir Moreno, de la Universidad
de Zaragoza, que estudia las complejas redes y modalidades de
propagación de epidemias.
"El trabajo realizado por el equipo del MIT abre el camino para
encontrar nuevas estrategias de contención", ya que permite una mejor
comprensión de los patrones que caracterizan las etapas iniciales de un
brote de la enfermedad, dijo Moreno en un comentario sobre la
investigación.
El brote de SARS se extendió a 37 países y causó cerca de 1,000
muertes. La pandemia del virus H1N1, conocido como "gripe porcina", mató
a unas 300,000 personas en todo el mundo.
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