Kelly Ripa, una personalidad de la televisión,
dijo hace poco a la revista semanal In Touch que
se aplica Botox casi tan frecuentemente como se arregla las uñas. Sus
hijos son un indicador infalible cuando ya necesita un retoque. “Cuando
mis hijos me preguntan si estoy enojada con ellos, les pregunto por qué
piensan eso y me responden que es porque frunzo el ceño. 'Oh, no, ¿de
verdad? ¡Ahora vuelvo!', les digo”.
No todos ven al botox como una ventaja. La actriz Julia Roberts, hace un par de años declaró a la revista Elle:
“Quiero que mis hijos sepan cuando estoy enojada, cuando estoy contenta
o cuando estoy confundida. Tu rostro cuenta una historia… y esa no
debería de ser la de tu última visita al médico”.
Estas dos madres y glamorosas celebridades de Hollywood, ambas cerca de los 40 años, tienen posturas opuestas sobre
el tratamiento más popular de la cirugía estética en Estados Unidos.
Sin embargo, ambas coinciden en que al alterar las expresiones faciales
se altera la forma en la que nos relacionamos con nuestros hijos.
¿Cómo afecta a la comunicación entre madre e hijo la falta de
expresión facial, como si se tratara de la cara de un robot? ¿El no
poder alzar una ceja en señal de desaprobación cuando Juanito te arroja
un puño de puré de papas afecta en algo tu efectividad como madre?
“(El botox) puede limitar y distorsionar la comunicación entre un
padre y su hijo, probablemente el padre parezca emocionalmente
inexpresivo”, señaló el médico
Ed Tronick,
profesor adjunto de pediatría y psiquiatría en la Universidad de
Massachusetts. “Las expresiones faciales de los padres y los hijos son
un elemento fundamental para transmitir nuestras intenciones, muestran
si estamos molestos o tristes; las expresiones faciales resultan del
movimiento coordinado de los músculos faciales. Si tu limitas el rango
de las expresiones, en especial a los niños muy pequeños que necesitan
leer la expresión de los rostros, se limita la cantidad de información
que se emite, la cantidad de emociones que se transmiten".
0 Comentarios