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Estíbaliz Carranza será sentenciada entre este jueves y el viernes |
Carranza,
de 34 años, admitió haber troceado los cadáveres y haberlos cubierto
con cemento en dos heladeras que escondió en el sótano de la heladería
que regentaba en Viena.
Según
el relato de los hechos que hizo la Fiscalía, Carranza es una persona
fría y manipuladora que actuó motivada por el egoísmo e, incluso, por
intereses económicos.
"Era
capaz de distinguir entre el bien y el mal", aseguró la fiscal Petra
Freh, quien reconoció a la acusada un trastorno de la personalidad bajo
el que decidió que "era más fácil matar a una persona que tomar postura"
ante las conflictivas relaciones con sus dos víctimas.
El
peritaje siquiátrico ha determinado que Carranza es imputable y
criminalmente responsable de sus actos, pese a haberle sido
diagnosticada una serie de desórdenes del comportamiento e incluso el
riesgo de que vuelva a tener comportamientos violentos.
Rudolf
Mayer, uno de los letrados de la defensa, insistió en que su clienta es
una "persona con un grave trastorno que no ha elegido estar
trastornada".
El
abogado, conocido por haber defendido al "Monstruo de Amstetten"
(encerró y violó a su hija durante 24 años), negó que los crímenes se
cometieran a sangre fría, sino que tuvieron lugar tras airadas
discusiones, y mencionó el carácter iracundo de una de las víctimas.
Carranza,
por su parte, relató su propia vida como un cúmulo de malas
experiencias y decepciones- una economía familiar apretada, un padre
autoritario, relaciones sentimentales fracasadas y hombres que la
dominaban y humillaban.
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