News

6/recent/ticker-posts

Falleció la primera dominicana que trabajó en la Casa Blanca


Falleció la primera dominicana que trabajó en la Casa Blanca
COMENZÓ A TRABAJAR PARA JOHN KENNEDY Y SU ESPOSA JACQUELINE EN 1957, CUANDO EL FUTURO PRESIDENTE ERA SENADOR DE MASSACHUSETTS, CARGO QUE LOGRÓ EN EL AÑO 1952
Foto publicada en la página web: http://www.jfklibrary.org/
Santo Domingo
Providencia Paredes, la primera dominicana que trabajó en la Casa Blanca al servicio del presidente John F. Kennedy y de su esposa Jacqueline Kennedy, de quien fue su mano derecha desde que el mandatario demócrata era senador, falleció ayer en Washington, Estados Unidos, a la edad de 90 años.


Doña Provi, como cariñosamente la llamaban, llegó a Estados Unidos en 1948 cuando tenía 19 años, con la misma ilusión de tantos dominicanos que han hecho la travesía tras el sueño americano.
Oriunda de San Pedro de Macorís, su primer trabajo fue en la casa del embajador dominicano en EEUU, Francisco Thomén, donde cuidaba a la suegra del diplomático, y luego comenzó a trabajar para Kennedy y su esposa Jacqueline en 1957, cuando el joven John Fitzgerald era senador de Massachusetts, cargo que logró en el año 1952.
Doña Providencia, quien trabajó para la familia Kennedy en la Casa Blanca desde 1961 a 1963, se encargaba de cada detalle del vestuario de la primera dama estadounidense e incluso llegó a sugerirle muchas veces al propio presidente cuál corbata usar.  “A veces le seleccionaba tres corbatas para ver cuál iba a elegir, y por coincidencia teníamos casi el mismo gusto”, añadió en una entrevista concedida a LISTÍN DIARIO en mayo del 2013.
Sin embargo, la dama, que viajó con los Kennedy hasta en el avión presidencial Air Force One y les acompañó en sus vacaciones de Navidad privadas en el estado de Florida, se perdió aquel viaje fatal a Dallas, Texas, donde el 22 de noviembre de 1963 fue asesinado de dos disparos el segundo presidente más joven que ha tenido Estados Unidos, cuando participara en una actividad política en ese Estado.
La dama fue testigo de esa agitada vida política y social de la pareja presidencial, con excepción de ese último episodio en la vida de Kennedy, pues recordó que no hizo el viaje a Dallas, Texas, porque pidió permiso ese día para quedarse con su hijo Gustavo en Washington.
 “Yo viajaba con ellos porque era la asistente de la señora. Todo lo que ella necesitaba yo se lo compraba, y viajaba con ella dondequiera”, expresó doña Provi.
Aunque doña Providencia no viajó a Dallas con la familia el día que mataron a Kennedy, si ayudó a Jacqueline a escoger el vestido color rosa que ese día terminó manchado con la sangre de su esposo.
A Providencia le sobreviven sus hijos Gustavo y Héctor, a quienes una persona asignada a la Casa Blanca cuidaba cuando ella tenía que viajar con los Kennedy. Doña Providencia asegura que también trabajó para Ted Kennedy y Robert Kennedy, ambos hermanos del presidente Kennedy, el primero senador por Massachusetts y el segundo uno de sus principales asesores.
Después del asesinato de su esposo, Jacqueline Kennedy se llevó a Providencia con ella a Nueva York, donde estuvo un año al servicio de la primera dama norteamericana.
Doña Providencia asegura que también trabajó para Ted Kennedy y Robert Kennedy, ambos hermanos del presidente Kennedy, el primero senador por Massachusetts y el segundo uno de sus principales asesores. Después del asesinato de su esposo, Jacqueline Kennedy se llevó a Providencia con ella a Nueva York, donde estuvo un año al servicio de la primera dama norteamericana.
Para ver a sus hijos que estudiaban en Washington, tenía que desplazarse una vez al mes a la capital estadounidense. Jacqueline le ayudó a buscar una escuela en la llamada “Gran Manzana” para sus vástagos. Pero como según explicó doña Provi en esa entrevista “la sangre pesa más que el agua”, visualizó un mejor futuro para sus hijos en Washington y en ese momento terminó su relación de trabajo con los Kennedy.
Ella, empero, nunca perdió el contacto con Jacqueline, a quien siguió visitando con frecuencia, incluso dos semanas antes de su deceso el 19 de mayo de 1994, a causa de un linfoma, en su apartamento de la Quinta Avenida, en Nueva York.
En gratitud por sus servicios y amistad, Jackie, como también llamaban a la primera dama estadounidense, dejó a Providencia US$50,000 en su testamento.

 

 

 

Agosto 10, 2014

 Jacky Kennedy imitaba a la dominicana que trabajó con ellos en la casa blanca

La viuda de JFK lo hacía cuando respondía al teléfono con acento dominicano porque Provi Paredes había salido. A su muerte, le legó 50.000 dólares

La criada a la que Jackie Kennedy imitaba
La relación de Provi Paredes con los Kennedy era muy estrecha. Sus hijos (arriba, en Navidad) crecieron juntos.
Los Kennedy son un «evergreen». Da igual si hay aniversarios o percha para hablar de ellos. Puede parecer que todo está dicho ya, como escribió Jean de la Bruyère, pero siempre arañamos algo nuevo. O que se ha olvidado. Esta semana, amigos íntimos de JFK Jr. y Carolyn Bessette cuentan detalles íntimos y desconocidos a la revista «People». El 16 de julio se cumplieron quince años del accidente de avioneta que costó la vida a John-John (de 38 años), su mujer (de 33) y la hermana de esta, Lauren (de 34) en las costas de Martha’s Vineyard. Que no se iban a matar en un pueblucho de paletos.
El hijo de Providencia Paredes compartiendo con el hijo del presidente Kennedy

Uno de los amigos que hablan ahora es Gustavo Paredes, amigo de la infancia, el hijo de la legendaria Provi Paredes, criada de Jackie Kennedy. La mujer en cuyos brazos se derrumbó al día siguiente del asesinato del Presidente, cuando ya no pudo mantener más el tipo. «Fuimos a una habitación, sólo ella y yo y se vino abajo», contaba Paredes, ahora de 90 años. «Me podían haber matado a mí también», le confió Jackie todavía con el susto en el cuerpo. 
Providencia en el funeral de Jacky Kennedy

Providencia, Provi, estuvo con los Kennedy desde 1957, cuando JFK era senador. Luego en la Casa Blanca. Y después con Jackie en Nueva York (en su piso de 15 habitaciones en la Quinta Avenida). Pero se cansó de los continuos viajes que hacía a Washington, donde estaba su familia. Acabó despidiéndose. Aunque mantuvo una estrecha relación con Jackie, que le dejó 50.000 dólares en su testamento.
Durante su época en la Casa Blanca, viajaba con los Kennedy en el Air Force One por todo el mundo. El Servicio Secreto la llamaba «la princesa mexicana». Pero Providencia era de origen dominicano. Jackie la imitaba. Contaba Barbara Gibson, la secretaria personal de Rose Kennedy, que en 1974, cuando Provi tenía el día libre, Jackie contestaba al teléfono poniendo acento hispano. «Aló», impostaba la voz, esperando que su interlocutor no supiera con quien estaba hablando. Le reconoció que lo hacía para quitarse a la gente de encima

Providencia Paredes
Fue Provi quien puso en el equipaje el traje rosa que la Primera Dama llevaba en Dallas (el Chanel armado por modistos americanos para no dar que hablar y que se guarda en los Archivos Nacionales hasta el año 2103). El Presidente le había dicho que pusiera algo ligero, que en Dallas hacía calor. Ese día, Provi no estaba en la ciudad texana porque había pedido permiso para estar con su hijo Gustavo, el que habla ahora con «People» sobre la relación entre JFK Jr. y Carolyn.

Ella era la publicista de Calvin Klein. Se conocieron en el showroom del diseñador en 1994 y Carolyn lo rechazó cuando le pidió salir. «Ella pensaba que no iba en serio», dice Gustavo Paredes. «Y él no podía creer que lo rechazara. Eso no había pasado antes nunca». John-John estaba preparando el lanzamiento de «George», su revista política y de cultura popularNo sólo política como siempre», sería su lema). Pero también estaba pensando cómo volver al showroom de Calvin Klein para tener más reuniones de negocios y para probarse algo, según Paredes. Al final, como todo el mundo sabe, acabaron casándose en la isla Cumberland, en Georgia, el 21 de septiembre de 1996.
Ahora los amigos recuerdan cosas tan fascinantes como que a John Kennedy Jr.le gustaba beber cerveza Rolling Rock y que estaba ya pensando en tener hijos. O que a Carolyn le gustaba reírse de la debilidad de John por las rubias y de su nulo sentido de la moda. Ariel Paredes, hija de Gustavo y amiga de Carolyn, añade que aunque se peleaban mucho eran una pareja muy unida. Que nadie espere en estas nuevas revelaciones escándalos. Nada de Camelot Jr. Babilonia. Eso para los papás de él.
Otro de los confidentes es Matt Berman, director creativo de «George» y autor del libro «JFK Jr., George y yo». Comparte (y esto es como decir de los asesinos que saludaban en el ascensor) que «John era más famoso que ningún famoso pero una persona muy sencilla». O que, como pareja, John y Carolyn eran un príncipe y una princesa pero también la gente más real que nunca había conocido.
El libro, asimismo, se extracta en la revista. Un día en «George», cuyo número inaugural retrataba a Cindy Crawford como George Washington, no era un día normal del trabajo. Allí uno se reunía con Barbra Streisand, Robert De Niro o Demi Moore. John-John y Berman eran la noche y el día. Uno, el novio de América. El otro, un artista tímido y depresivo. Eso sí, fue a él a quien se le ocurrió la portada con Cindy Crawford disfrazada de Washington y fotografiada por Herb Ritts. Pero, pese a las diferencias, se hicieron amigos. Berman lo retrata en el libro como ingenioso, divertido y capaz de seducir a todo el mundo a su alrededor. También desvela el desastre que era su despacho y lo mucho que aprendió de los negocios y la vida junto a John. Un amigo y un mentor, vaya. Y Berman, un admirador, un amigo, un esclavo y un siervo, como José Luis López Vázquez en «Atraco a las tres» con Katia Loritz. La revista, publicada por primera vez en septiembre de 1995, continuó un año tras la muerte de John-John en 1999 pero cerró en 2001.
«Tan buena que era esa familia, pero tiene muy mala suerte», se lamentaba Provi el año pasado. Sí. ¿Dónde hay que apuntarse para ser un Kennedy muerto?




 Mayo 25, 2014

 La dominicana que trabajó con los Kennedy en la casa blanca
Doña Providencia Paredes en un momento de la entrevista en la residencia del embajador en Washington, Aníbal de Castro.
A Providencia Paredes le cuesta encontrar en la oscuridad de la memoria los recuerdos de un pasado que la marcó para siempre. En 1948, cuando tenía 19 años llegó a Estados Unidos con la misma ilusión de tantos dominicanos que han hecho la travesía tras el sueño americano.
Pero su historia es singular. doña Providencia, oriunda de San Pedro de Macorís, es la primera latina que trabajó en la Casa Blanca, durante el gobierno de John F. Kennedy, el trigésimo quinto presidente de Estados Unidos y el segundo mandatario más joven de su país después de Theodore Roosevelt.

Su primer trabajo fue en la casa del embajador dominicano en EEUU, Francisco Thomén, donde cuidaba a la suegra del diplomático, y luego comenzó a trabajar para Kennedy y su esposa Jacqueline en 1957, cuando el joven John Fitzgerald era senador de Massachusetts, cargo que logró en el año 1952.
“Yo era la ‘housekeeper’ (ama de casa) de ellos, viajaba con ellos porque era la asistente de la señora. Todo lo que ella necesitaba yo se lo compraba, y viajaba con ella dondequiera”, expresa la dama con frases matizadas por ráfagas de lucidez.
Doña Providencia fue entrevistada por LISTÍN DIARIO cuando asistió a un acto en la residencia del embajador dominicano en Washington, Aníbal de Castro, donde fueron reconocidos criollos destacados de la diáspora, como parte de las actividades de la Semana Dominicana en Estados Unidos 2013, realizada del 13 al 17 mayo.
Allí estuvo acompañada de su hijo, Gustavo Paredes, quien la asiste en sus intentos por recordar los detalles de una época que también marcó a la sociedad estadounidense.
Un matrimonio singular
Kennedy fue asesinado de varios impactos de bala en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, a las 12:30 de la tarde, mientras participaba en una actividad política en ese Estado.
Elegido en 1960, el gobernante norteamericano ejerció un convulso mandato desde 1961 matizado por la invasión de Bahía de Cochinos, en Cuba; la crisis de los misiles con Rusia y que también tuvo como protagonista a esa nación caribeña; la construcción del Muro de Berlín, el inicio de la carrera espacial, con el primer viaje a la Luna; la consolidación del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos y los primeros eventos de la Guerra de Vietnam.
El matrimonio de los Kennedy tuvo también una vida social tan intensa como la política, pues eran muy jóvenes en comparación con anteriores parejas presidenciales.
Fueron muy populares, con influencia hasta en la moda, especialmente Jacqueline, convirtiéndose en tema para numerosas revistas populares. El musical “Camelot”, la famosa obra popular presentada en Broadway, formó parte de la vida de los Kennedy, y la comedia “First Family” (Primera Familia), inspirada en el matrimonio, vendió cerca de cuatro millones de copias.
Doña Providencia fue parte de esa agitada vida política y social, con excepción del último episodio en la vida de Kennedy, pues cuenta que no hizo el viaje a Dallas, Texas, y se encontraba en Washington cuando mataron al Presidente estadounidense.
NO VIAJÓ CON LA FAMILIA EL DÍA QUE MATARON A KENNEDY
La dama recuerda que estaba de compras en City Spring con una amiga llamada Gloria y luego entraron a comer a un restaurante, donde se enteró que habían asesinado al presidente Kennedy. En ese momento hunde la cabeza y parece que intenta otra vez garabatear recuerdos confusos, escruta el entorno y expresa con una voz fatigada y el semblante árido por la remembranza de un triste recuerdo: “Me quedé muda”. Doña Providencia dijo que fue a buscar a su hijo a la escuela, lo llevó a la casa e inmediatamente se trasladó a la Casa Blanca. “Todo el mundo estaba decaído y triste porque Kennedy era una buena persona”, precisó. Consultada sobre las cualidades de Kennedy, dice que le impresionaba su sencillez.
“Antes de que llegara a la Casa Blanca yo me encargaba de su ropa, de llevarla al ‘dry clean’ (lavandería). A veces le seleccionaba tres corbatas para ver cuál iba a elegir, y por coincidencia teníamos casi el mismo gusto”, añadió. Una persona asignada a la Casa Blanca cuidaba a Gustavo y a Héctor, los hijos de Providencia, cuando ella tenía que viajar con los Kennedy. Doña Providencia asegura que también trabajó para Ted Kennedy y Robert Kennedy, ambos hermanos del presidente Kennedy, el primero senador por Massachusetts y el segundo uno de sus principales asesores. Después del asesinato de su esposo, Jacqueline Kennedy se llevó a Providencia con ella a Nueva York, donde estuvo un año al servicio de la primera dama norteamericana.
Para ver a sus hijos que estudiaban en Washington, tenía que desplazarse una vez al mes a la capital estadounidense. Precisa que Jacqueline le ayudó a buscar una escuela en la llamada “Gran Manzana” para sus vástagos. Pero como “la sangre pesa más que el agua”, doña Providencia visualizó un mejor futuro para sus hijos en Washington y en ese momento terminó su relación de trabajo con los Kennedy. Sin embargo, nunca perdió el contacto con Jacqueline, a quien siguió visitando con frecuencia, incluso dos semanas antes de su deceso el 19 de mayo de 1994, a causa de un linfoma, en su apartamento de la Quinta Avenida, en Nueva York.
En gratitud por sus servicios y amistad, Jackie, como también llamaban a la primera dama estadounidense, dejó a Providencia US$50,000 en su testamento. Durante la entrevista en la residencia del diplomático dominicano, un saludo se hizo constante de los asistentes a la actividad cuando notaban la presencia de la dulce dama: “Cómo está doña Provi”. A todos respondía y atendía con un entusiasmo desbordante. “Para qué quiere saber mi edad, eso es un secreto”, dijo sobre lo único que declinó revelar doña Providencia durante la conversación en la casa del embajador en Washington. Empero, su hijo Gustavo Paredes dijo que tiene 88 años.

Publicar un comentario

0 Comentarios