Si alguna vez lo tildaron de
caprichoso por insistir en comer el postre con su cuchara favorita, un
nuevo estudio demuestra que su comportamiento, lejos de ser un capricho,
obedece a un principio del que hasta el momento se sabía poco: la
comida nos sabe diferente según los cubiertos que usemos para comerla.
Tanto el tamaño como el peso, la forma y el
color de los cubiertos influyen en el sabor de los alimentos, afirma un
equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.El estudio publicado en la revista especializada Flavour -en el que participaron 100 estudiantes- concluye que nuestro cerebro emite juicios sobre los alimentos mucho antes de que nos los llevemos a la boca.
Los investigadores notaron también que si el peso de los cubiertos confirma nuestras espectativas, esto también influye en el sabor. Por ejemplo, la comida sabe más dulce cuando la probamos con una cuchara más pequeña, que asociamos normalmente con la ingesta de postres.
Juzgar antes de probar
Si lo comemos con cuchillo, el queso nos parece más salado.
Y en cuanto a la forma, los estudiantes hallaron que el queso era más salado si se comía con un cuchillo que si empleaban un tenedor, una cuchara o un palillo.
"La forma en la que experimentamos la comida es multisensorial. Están involucrados el gusto, la sensación de la comida en nuestra boca, el aroma y el deleite de nuestros ojos", explican Charles Spence y Vanessa Harrar, líderes del equipo de trabajo.
"Antes incluso de poner un bocado dentro de la boca nuestro cerebro ya ha hecho un juicio de valor que afecta la experiencia como un todo", añaden.
Los resultados de esta investigación apoyan estudios previos que apuntan a la influencia de la vajilla en nuestra percepción de los alimentos y las bebidas.
"La forma en la que experimentamos la comida es multisensorial. Están involucrados el gusto, la sensación de la comida en nuestra boca, el aroma y el deleite de nuestros ojos"
Charles Spence y Vanessa Harrar, Universidad de Oxford
El trabajo de los investigadores de Oxford puede servir de ayuda a las personas que están a dieta y contribuir a mejorar nuestra experiencia gastronómica en los restaurantes.
"Se trata mucho más que de la comida que está en el plato", le dice Spence a la BBC. "Pensábamos que muchas cosas no importaban. Pero en el futuro veremos que la neurociencia estará mucho más presente a la hora de diseñar una comida", agrega el científico.
Así que la próxima vez que un plato le sepa desabrido, antes de criticar al cocinero o echarle kilos de sal, ¡pruebe cambiar de cubiertos!
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