El método empleado por los investigadores de Radboud consiste en una resonancia magnética aplicada sobre el cerebro
de una persona a la que se le encarga una determinada tarea, en este
caso, leer unas letras en una pantalla. La resonancia sirve para dividir
el mapa del cerebro del paciente en cuadrantes de 2 x 2 x 2 milímetros
denominados Voxels. Después, un ordenador analiza la actividad de esos voxels y los compara con los píxeles de la imagen de cada letra.
El mapa de
voxels activos e inactivos del cerebro al identificar cada letra permite
al ordenador interpretar que símbolo está viendo el paciente en cada
momento. La clave del experimento está una serie de algoritmos de
aprendizaje por los que el ordenador reconoce las formas de cada letra y
puede compararlas con el mapa cerebral. Estos algoritmos no se
diferencian mucho de la manera en la que el cerebro aprende también a
leer, comparando los símbolos que ve con otros ya memorizados.
Uno de los científicos participantes en el proyecto, Sanne Shoenmakers, explica que la clave está en la resolución de la resonancia magnética. Hasta ahora se está trabajando con un mapa del cerebro de unos 1.200 voxels. El equipo cree que, si se amplia la resolución de la resonancia a unos 15.000 voxels, el sistema sería capaz de interpretar imágenes más complejas de los pensamientos de la persona. En otras palabras, en Radboud han dado el primer paso para que los ordenadores puedan, en el futuro, mostrar imágenes de lo que estamos pensando. Suena prometedor y también un poco inquietante
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