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Jaime Bayly: "No es fácil ser bisexual. He tratado con mucha perseverancia ser gay"



SANTO DOMINGO. Jaime Bayly es controversial, bizarro y bisexual. Nada de esto es noticia. La noticia es que con su especial sentido del humor y el desparpajo, será el dueño de la escena del teatro La Fiesta, hoy a las 9:00 p.m. con el monólogo "No se lo digas a nadie".
Las boletas se venden a RD$1,500 platea y RD$2,000 VIP, y RD$2,500 front stage. Ayer habló con la prensa. Dice sentirse periodista sobre todo. Gusta de contar historias con matices de humor. Esto fue lo que le dijo a Diario Libre.
P. "No se lo digas a nadie" ha sido una novela, una película dirigida por Lombardi y un monólogo. ¿Se considera un intelectual comercial?
R. Definitivamente escribo para que me lean. Incluso escribo para que me lean las personas que raramente leen. Me interesa mucho llegar a las personas que no tienen el hábito de la lectura, y que leen un libro o dos al año. Me excita mucho la idea de seducir a esas personas. Es verdad que "No se lo digas a nadie" ha sido una novela con mucho éxito, una película, y luego un monólogo de humor. Pero al final todos esos viajes han ocurrido en mi cabeza. Son pequeñas historias que probablemente me ocurrieron a mí cuando era niño o joven, y que siguen allí, proyectándose en la pantalla de mi cabeza. O sea que voy a compartir con ustedes algunas historias que quizás no se han contado mucho o no se contaron en la película, por la preocupación comercial. El director no quería que fuese una película tan gay. Tuvimos nuestras acaloradas discusiones. "Que si la hacemos muy gay la gente se va a ir del cine disgustada. No vamos a atraer tantos espectadores", decía, entonces hizo una cosa descafeinada. Eso no va a ocurrir en el monólogo. El monólogo será la venganza. Es retomar la esencia, la rebeldía, la marginalidad, la disidencia de un muchacho que nace en Lima en una familia más o menos acomodada, y que se presume por su dotación genital que va a ser un hombre heterosexual. ¡Menuda sorpresa se van a llevar sus padres!
P. ¿Así le sucedió a Usted?
R. Así mismo me sucedió a mí. Sí, sí. Yo voy a contar exactamente mi peripecia, mi itinerario sentimental y sexual. Porque he tratado siempre de que mis experiencias sexuales tengan una carga de afecto, de ternura, que no sean desalmadas. Pero yo de niño no sabía lo que era. Y poco a poco de adolescente, de joven y luego casado, y padre de familia, y divorciado, y con novio, es que he venido a descubrir la suma de pequeños hallazgos que soy. Que es una cosa llena de zigzags. Tengo 48 años, y es un recorrido por 30 ó 35 años de íntima y afiebrada relación conmigo mismo y con la identidad sexual. Claro, tengo una dotación sexual masculina, y debí ser un varón heterosexual y católico. ¡Pero no he podido ser eso! Y me han gustado un montón de otras cosas que eran prohibidas, pero que eran las más sabrosas.
No es cosa fácil ser bisexual. He tratado con mucha perseverancia ser gay. Porque era lo que más me acomodaba. Y cuando pensé que estaba tranquilo, había montado mi carpa y me había quedado ahí; que ya tenía novio, y me dije bueno soy gay -uno siempre quiere darse lo que no tiene y se relame con malicia por lo que no tiene-, apareció en mi vida, hace cinco años, Silvia, que está acá conmigo. La gente cuando la ve cree que es mi hija. Tiene 25, pero la gente la ve y cree que tiene 18. Y Silvia es una auténtica Lolita.
P. ¿Y Ud. se siente un auténtico Nabokov?
R. Bueno eso es un gran piropo; ojalá tuviera yo el 10% del talento de Nabokov. Pero por lo menos tengo el 90% de su lujuria. Con Silvia me enamoré como un perro. Hemos tenido una hija. Todo lo voy a contar esta noche sin ninguna inhibición, porque si uno se pone honorable y pacato, no sirve. Las cosas se tienen que contar con pelos y señales. Con buen gusto, sin obscenidades, pero de todo se puede hablar.
P. ¿Tuvo Ud. una relación sentimental que haya sido importante en su vida aquí en Santo Domingo?
R. Bueno yo soy racista. Creo que los negros son superiores. Los mulatos son superiores. Si tengo que escoger entre un mulato y un hombre blanco, siempre escogeré el mulato. Siempre. ¡Siempre! Son más risueños, mejor dotados, más desinhibidos.
Me he enamorado muchísimo en Santo Domingo. Sólo que tengo principio de Alzheimer y de sus nombres no me acuerdo. Pero tengan en cuenta que yo venía a Santo Domingo cuando tenía 20 ó 21 años, todos los meses a grabar un programa de TV que se llamaba Planeta 3. Un programa aburridísimo de política internacional que ponía a la gente a dormir. Sentimentalmente ésta fue una ciudad muy importante en mi vida, en mi corazón. En los años de mi juventud; los más peligrosos. Yo no estaba muy ecuánime, y me gustaba jugar con mi estado de ánimo. Y he tenido suerte, porque en esos años pude dejar la vida en el hotel Lina y aparecer en la crónica policial. Pero las plegarias de mi madre seguramente me protegieron.

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