En muchos pueblos a lo largo de la historia los hijos han llevado nombres derivados de los de sus padres.
Entre
griegos y romanos se llamaba “patronímico” al nombre derivado del padre
o algún otro antepasado masculino que se le daba a uno de sus
descendientes. Y en España, era el apellido formado a partir del nombre
de sus padres que se daba a los hijos.Por ejemplo Fernán o Fernando llamaba Fernández a su hijo. González era el hijo de Gonzalo. Pérez el de Pero o Pedro. Ramírez el de Ramiro. Rodríguez el de Rodrigo. Hernández el de Hernán o Hernando; Martínez de Martín, y Álvarez de Álvar o Álvaro.
Ese fue el origen de muchos apellidos. Pero otros surgieron a partir de una variedad de motivos. Por ejemplo, la geografía dio lugar a Arroyo, Campos, Lagos, Laguna, Peña y Ríos, entre otros.
¿Y la botánica? Quizás hayas conocido a algunas personas con el apellido Arboleda, Flórez, Pino, Ramos, Rosas.
También son frecuentes los que provienen de oficios, como Carpintero y Herrero. ¿Recuerdas a José Luis Rodríguez Zapatero, quien fue jefe de gobierno en España?
¿De dignidades? Apóstol, Cardenal.
¿Y de los colores? Blanco, Moreno, Pardo, Rojo.
Otros derivan de animales, como Becerra, Toro, Vaca. Seguramente habrás oído del tenista argentino Juan Martín del Potro. Y los objetos inanimados, como en el caso de Barco, Castillo, Mesa, Palacio, Salas.
¿Y las relaciones de parentesco? Fíjate en los apellidos Sobrino o Primo, como llevaba el dictador español Miguel Primo de Rivera. O en los apellidos paterno y materno del presidente de México, Enrique Peña Nieto, que lleva un derivado geográfico y otro de relación de parentesco.
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