Básicamente, el aluminio inunda los túneles y, al endurecerse, forma una recreación perfecta de cómo son los intrincados corredores, salas y galerías de un hormiguero. Una vez frío, hay que cavar hondo y con cuidado alrededor hasta poder extraer completamente la pieza. Anthill Art vende estas esculturas en su página web y algunas llegan a pesar 9 kilos lo que, dada la ligereza del aluminio, es una barbaridad.
Aunque el hormiguero que se ve en el vídeo parece abandonado, no falta quien ve en estas esculturas un aterrador atentado contra la naturaleza. Tampoco falta quien considera que unas cuantas hormigas de fuego menos en el mundo tampoco es algo tan trágico. En Estados Unidos, las hormigas de fuego están consideradas una plaga peligrosa por su picadura, a la que muchas personas son alérgicas.
Sea como sea, Anthill Art no es el primero al que se le ocurre algo parecido. En 2007, un grupo de investigadores inundó con cemento una gran colonia de hormigas para poder estudiar su ciudadela subterránea. Necesitaron 10 toneladas de cemento, y el resultado, después de semanas excavando, es asombroso. Lo podéis ver en este vídeo.
0 Comentarios