Si
lo pensamos tiene su lógica. Cuando llueve, todos los conductores
activamos las escobillas limpiaparabrisas para poder ver y, cuanto más
intenso es el chaparrón, más potencia damos al dispositivo. El grupo de
Hannover está desarrollando un algoritmo que relacione la velocidad a la
que se mueven los limpiaparabrisas con la intensidad de las
precipitaciones.
El modelo es capaz de descartar operaciones
no relacionadas con la lluvia, como las de una simple limpieza de la
luna. Asimismo, podría ser capaz, con la ayuda de los datos del GPS, de
eliminar factores que distorsionarían la medición, como la velocidad a
la que circula el vehículo, o el viento que hace en la zona. Ambos
factores podrían obligarnos a aumentar la velocidad de los
limpiaparabrisas aunque llueva poco.
Aún
con todo esto, el dato final no es del todo exacto, pero los
investigadores creen que, junto a los datos más precisos de las
estaciones meteorológicas, una flota de limpiaparabrisas conectados
pueden ser de gran ayuda a la hora de establecer con más exactitud las
zonas en las que llueve y su intensidad, y por tanto para prevenir
inundaciones.
El
único problema es que, aunque sea de forma completamente anónima, el
sistema necesita algún tipo de plataforma de conexión con la que enviar
sus datos. El grupo de Hannover está trabajando precisamente en esa
parte.
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