Hace
pocos días, los responsables de Google se reunía con las autoridades de
la FDA estadounidense. Se barajaba que la reunión iba sobre algún tipo
de producto farmacéutico. Así es, y la respuesta es realmente curiosa:
lentillas. Los laboratorios de Google X están trabajando en unas lentes de contacto electrónicas, y no son de realidad aumentada, sino para controlar la diabetes.
El invento, una se esas creaciones absolutamente futuristas que en el mundo anglosajón se conocen como moonshots.
Consiste en un sensor que mide la concentración de glucosa en la sangre
desde el propio ojo. El sensor se aloja entre dos capas del mismo
material con el que se hacen las lentes de contacto blandas. El conjunto
se pone y se mantiene como unas lentillas normales y corrientes.
Estas
lentillas, sin embargo, miden el azúcar en sangre y transmiten los
datos con una frecuencia de una vez cada segundo gracias a una antena
inalámbrica tan fina como un cabello humano que acompaña al sensor en el
interior de la lente.
El
prototipo ya se encuentra en una fase muy avanzada de desarrollo. Ahora
Google está buscando una manera de incluir un sistema de alerta para
que la persona que lleva las lentillas sepa si los niveles de glucosa
han alcanzado niveles peligrosos. Se baraja incluso integrar un pequeño
LED. Aún faltará un cierto tiempo, no obstante, antes de que los
pacientes de esta enfermedad puedan ver a través de esta nueva y
peculiar solución de Google.
Una nueva técnica podría evitar el pinchazo diario a los diabéticos
Las personas aquejadas de diabetes tipo I o II saben bien lo molesto que puede llegar a ser depender de una inyección diaria de insulina, pero una nueva técnica que están desarrollando en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE.UU.) podría mejorar mucho su calidad de vida. Se trata de un sistema que se vale de nanopartículas y ultrasonidos para reducir la cita con la jeringuilla a sólo una vez cada 10 días.
La técnica
utiliza nanopartículas de insulina recubiertas de quitosano y alginato.
Ambos materiales son de origen natural (el quitosano puede encontrarse,
por ejemplo, en las gambas, y el alginato en algas) y el organismo se deshace de ellos sin problemas.
Ambos
recubrimientos confieren a las partículas distinta carga eléctrica. Al
ser inyectadas bajo la piel, las nanopartículas forman una red que crea
una reserva de insulina en esa zona. Cuando el paciente necesite una
dosis de insulina para reducir el azúcar en sangre, tan sólo tiene que
aplicar ultrasonidos durante unos segundos en la zona donde se inyectó.
Los
ultrasonidos (que pueden provenir de un pequeño dispositivo de
bolsillo) disuelven parte de la red de nanopartículas, diseminando
insulina en el torrente sanguíneo. El método no evitar depender de la
dosis diaria, pero ahorra los desagradables pinchazos.
Según
los autores de esta técnica, una sola inyección de nanopartículas de
insulina ofrece dosis diarias durante un periodo de diez días. El
procedimiento acaba de ser publicado en la revista Advanced Healthcare Materials, y se ha probado con éxito en ratones. Sus creadores aseguran que es muy prometedor para el tratamiento indoloro en humanos.
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