Un misterioso personaje se retrató más de 450 veces en máquinas de fotomatón a lo largo de tres décadas
Desde que en la pasada ceremonia de entrega de los Oscars, la actriz Ellen DeGeneres publicase una fotografía junto a varios de los asistentes a la gala en su cuenta de Twitter, «selfie» se ha convertido la palabra de moda en internet.
Sin embargo, aunque ha ganado una popularidad inusitada con ellas, la costumbre de tomarse autofotos no nació con las redes sociales, sino que es mucho más antigua. Prueba de ello es la curiosa historia que hemos encontrado en el blog «Omicrono» y que nos lleva hasta los años treinta del pasado siglo.
El protagonista es un misterioso hombre que durante alrededor de tres décadas tomó más de 450 fotos de su rostro. A falta de teléfonos móviles inteligentes o cámaras web,
empleaba una cabina de fotomatón para inmortalizar su imagen en
diferentes gestos. Así, estos retratos, impresos en distintos tonos de
blanco y negro, muestran a este desconocido modelo mirando directamente a
la cámara, hacia atrás, sonriendo, con el ceño fruncido o mostrando
expresiones de alegría o tristeza.
Esta inusual serie fotográfica salió a la luz después de
que el historiador Donald Lokuta las descubriera y adquiriera en una
muestra de antigüedades celebrada en 2012 en Nueva York. La identidad
del autor y protagonista de las imágenes, que se encuentran expuestas en
el Museo de Arte Zimmerli, en New Brunswick, continúa siendo una
incógnita y nadie sabe por qué dedicó cerca de tres décadas —las
instantáneas están fechadas entre 1930 y 1960— a inmortalizar su rostro
en al menos 455 ocasiones.
Una de las hipótesis más probables apunta a que se trataba
de un técnico de la empresa propietaria de este tipo de cabinas y se
tomaba estos curiosos autorretratos para comprobar su buen
funcionamiento. Sin embargo, hay quienes buscan una explicación más romántica y
aseguran que fue un intento de dejar constancia del paso del tiempo en
una época en la que la tecnología no lo facilitaba tanto como ahora.
Quizás los defensores de ambas teorías tengan su parte de razón.
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