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No tiene sentido seguir una dieta libre de esta sustancia si no estamos diagnosticados como intolerantes a esta proteína presente en cereales y en algunos alimentos procesados
Imagínese por un momento que no pudiera comer
nunca pan, tartas, galletas, pasta, pizza o cerveza, entre otros
alimentos. Con esta limitación viven las personas que han sido
diagnosticadas de celiaquía, una enfermedad autoinmune que provoca intolerancia crónica al gluten,
una proteína presente en cereales como el trigo, la cebada, o el
centeno. En los productos procesados también se puede encontrar esta
sustancia como aditivo, por lo que deben leer atentamente la etiqueta, y
en caso de duda, no consumirlos.«Hay alimentos a los que se incorporan
harinas de trigo porque aumenta la masa y abarata el producto», explica
la doctora María Jesús Pascual, pediatra digestivo infantil en el Hospital Nisa Pardo de Aravaca.
Para los pacientes celíacos el consumo de gluten resulta tóxico porque
les provoca una atrofia en las vellosidades del intestino que impide la
correcta absorción de los nutrientes. En el resto de la población,
excepto en aquellos con una alergia o una sensibilidad al gluten
diagnosticada, es una sustancia inocua, a pesar de que actualmente
existen corrientes de opinión que han querido demonizarlo.
La actriz Gwyneth Paltrow, la misma que recomienda sin fundamento una dieta que consiste en no tomar más de 300 calorías por jornada, es una de las famosas que ha preconizado las bondades de comer sin gluten,
aunque no se tenga intolerancia.«No tiene ningún sentido. El gluten
solo es tóxico para el paciente celíaco. Además la palatabilidad de los
alimentos sin gluten es peor y son productos más caros», asegura la
doctora Pascual. De hecho, la Federación de Asociaciones de Celíacos de
España (FACE) calcula que los afectados por esta enfermedad gastan unos 1.600 euros más al año en hacer la compra.
Algunas personas asocian la ausencia de gluten con
una dieta más sana o que ayuda a adelgazar, pero esto no tiene
evidencia científica. «El hecho de quitar el gluten no hace a una dieta más equilibrada», advierte el doctor Camilo Silva, endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
La doctora Marta Garaulet,
catedrática de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia y
profesora visitante en la Universidad de Harvard (EE.UU.) va más allá:
«En ningún caso se debe recomendar una dieta sin gluten para la obesidad
porque no ayuda. En todo caso aumenta la sensación de hambre y la resistencia a la insulina».
La razón es que los alimentos sin gluten «tienen un mayor índice
glucémico que los equivalentes que sí lo contienen, de acuerdo a un
estudio de la Sociedad Americana de Nutrición Clínica». «El gluten
ralentiza la absorción de los azúcares que llevan los alimentos con
carbohidratos», explica la experta, que alerta de que los productos
libres de esta proteína tienen un contenido reducido de micronutrientes
como las vitaminas D y B, calcio, hierro, magnesio y zinc. «Las personas
que deban llevar una dieta sin gluten deberían ir a un nutricionista
para que les ayude a llevar una ingesta de carbohidratos mejor
controlada y equilibrada en los demás nutrientes», apunta.
Para los que todavía tienen dudas sobre lo inútil de apartar el gluten sin necesidad médica, otro apunte más: la dieta mediterránea,
que ha demostrado su eficacia en la prevención de patologías
cardiovasculares, «está muy basada en productos con gluten», recuerda el
doctor Federico Argüelles, especialista en patología digestiva y
experto de la Sociedad Española de Patología Digestiva (Sepd).
Cómo sé si soy celíaco
Aproximadamente el 1% de la población es celíaca,
aunque se estima que hasta el 75% de los pacientes están sin diagnóstico
porque no siempre da la cara con manifestaciones digestivas claras. «La enfermedad celíaca es un iceberg.
Por encima están los casos diagnosticados porque presentan síntomas
típicos: diarrea, dolor abdominal, hinchazón, pérdida de peso; mientras
que permanecen ocultos bajo el agua los casos más difíciles de detectar
porque presentan otros síntomas como anemia ferropénica, osteoporosis o
abortos de repetición», explica el doctor Argüelles.
Para desarrollar una celiaquía primero debe
existir una predisposición genética, aunque no todo el que la tiene
acabará desarrollando la enfermedad. Para confirmar las sospechas de
celiaquía se somete a los pacientes a la medición del anticuerpo
antitransglutaminasa, pero la prueba definitiva es la biopsia intestinal, que comprueba si las vellosidades intestinales están atrofiadas.
La enfermedad puede aparecer en cualquier momento de la vida.
De hecho se está diagnosticado a personas cada vez más mayores, que son
las que suelen presentar los síntomas más difusos. En los niños, son
más llamativos: mayor irritabilidad, diarreas frecuentes, distensión
abdominal o el estancamiento del peso. Pero nunca hay que retirar el gluten antes de que el médico confirme las sospechas.
Aunque no está muy claro qué dispara la intolerancia, las situaciones
de estrés o los procesos virales pueden ser factores desecandenantes y
«se considera que la lactancia materna e introducir el gluten entre los 4 y los 7 meses ejercen un efecto protector», señala la doctora Pascual.
Sensibles o alérgicos al gluten
En los últimos años también han aumentado los casos de sensibilidad al gluten no celíaca
y alergia al gluten. En el segundo caso, puede detectarse mediante
pruebas cutáneas, pero para el primero no hay una prueba diagnóstica
específica. Son personas que presentan síntomas digestivos que pueden
confundirse con la celiaquía, pero que dan negativo en los test de
sangre y la biopsia para esta enfermedad. Sin embargo, cuando se les
quita el gluten mejoran las molestias.
Aún se sabe poco de este síndrome y antes de
desterrar el gluten hay que averiguar si su ausencia es la responsable
de la mejoría o si se trata de otras sustancias que también se reducen
cuando tomamos alimentos libres de esta proteína, como los FODMAP's
(Fermentables oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles)
.«Son sustancias que algunas personas no absorben bien y pueden producir
síntomas parecidos al colon irritable», explica el endocrinólogo de la
CUN, quien recomienda: «Si cree que necesita hacer algún tipo de cambio
en su alimentación, busque consejo médico, pero no hay que señalar con el dedo lo que no necesariamente es responsable de nuestros síntomas».
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