Tiene 17 millones de años y, además, es más grande que el cuerpo de su dueño, un pequeño crustáceo.
El esperma más antiguo del mundo fue hallado en
una cueva australiana, en el yacimiento de Bitesantennary en
Riversleigh, Queensland.Allí encontraron los científicos ostrácodos fosilizados, unos diminutos crustáceos de agua dulce.
Estos animales apenas miden unos pocos milímetros y tienen un cuerpo blando protegido bajo sus caparazones.
Pero sus órganos reproductores ocupan un tercio del cuerpo cuando son adultos y la longitud de sus esperma –enroscado y comprimido dentro de estos órganos– puede igualar e incluso superar el tamaño del animal.
Los órganos sexuales de los ostrácodos ocupan un tercio de su cuerpo.
Los fósiles hallados en Bitesantennary son de ostrácodos que vivieron en el Mioceno, y los investigadores de la Universidad de Nueva Gales de Sur que los encontraron se sorprendieron al hallar bajo sus caparazones células de esperma, con núcleos de los espermatozoides, en un excelente estado de conservación.
"El descubrimiento del esperma, completo con su núcleo, fue totalmente inesperado. Nos hace preguntarnos qué otro tipo de preservación extraordinaria espera aún ser descubierto en estos depósitos", dijo Archer, quien lideró el equipo que recogió los fósiles cuyo análisis publica la revista científica Proceedings of the Royal Society B.
"Este el esperma fosilizado más antiguo jamás hallado en los registros geológicos", añadió Archer.
Murciélagos
El esperma de los ostrácodos está rizado y comprimido dentro de sus órganos sexuales.
Allí, el estudio microscópico reveló que los fósiles contenían en buen estado de conservación los órganos sexuales: dentro estaban casi intactas las células de esperma gigante, y dentro de ellas, el núcleo que alguna vez albergó los cromosomas y el ADN de los animales.
Lo extraordinario del hallazgo, sugieren los científicos, se debe al entorno en que vivieron los antiquísimos ostrácodos.
"Hace alrededor de 17 millones de años, el yacimiento de Bitesantennary era una cueva en medio de una selva de una inmensa diversidad biológica", explicó Archer.
"Diminutos ostrácodos bullían en una charca de agua en la cueva que era continuamente enriquecida por los excrementos de miles de murciélagos".
Así se vería la cueva de los ostrácodos hace 17 millones de años.
Tal como sugiere Hand, la continua lluvia de heces de estos animales puede haber subido los niveles de fósforo del agua, y esto podría haber ayudado al proceso de mineralización de los tejidos blandos.
"Este descubrimiento increíble en Riversleigh se hace eco de unos pocos ejemplos de preservación de tejidos blandos en depósitos de fósiles de murciélagos en Francia", dijo Hand.
"Por lo tanto, la clave de la conservación eterna de tejidos blandos puede ser de hecho algún ingrediente mágico en los excrementos de murciélagos", señaló la investigadora.
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