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Cualquiera
que haya estado en un bar cerca de la hora de cerrar, estará de acuerdo
con lo siguiente: cuanto más alcohol hayas consumido, más atractiva
encontrarás a esa persona con la que resulta que estás coqueteando.
Su
sonrisa es hermosa, sus ojos brillan y todo lo que hacen te parece
sensual, atractivo e irresistible. Pero, si estuvieras absolutamente
sobrio, es muy probable que ni siquiera les dedicaras una mirada. Es
más, si en la borrachera terminas yéndote con tu conquista, es muy
probable que a la mañana siguiente despiertes preguntándote qué demonios
estabas pensando y viendo la noche anterior.
Todos (más o menos) hemos caído alguna vez presa de este fenómeno, que tiene distintos nombres según donde vivas, pero que tradicionalmente se llama "gafas de la cerveza".
La primera pregunta que hay que hacerse es si la gente que estás
mirando es realmente atractiva o si el alcohol está afectando tu juicio.
Tal vez te parezcan exactamente iguales, pero mientras estás ebrio no
te importa, ya que el alcohol aumenta tu libido y te quita las
inhibiciones.
En
realidad, diversos estudios realizados en las últimas décadas
demuestran que no se trata solo un repentino deseo sexual o que nos
volvamos menos selectivos. Por ejemplo, un estudio de las universidades
de St. Andrews y Glasgow determinó que "... hombres y mujeres que
han consumido una cantidad moderada de alcohol encuentran los rostros de
miembros del sexo opuesto un 25% más atractivos que aquellos que
permanecieron sobrios".
Otros
estudios muestran tendencias similares, uno de ellos realizado en la
Universidad de Bristol (Reino Unido), en el que participaron 84
estudiantes. Los participantes, en promedio, calificaron el atractivo de
una persona un 10% más alto solo después de 15 minutos de beber una
cantidad moderada de alcohol (aproximadamente 700 mililitros de
cerveza). Además, el sexo de la persona que contemplaron no importó. Los
chicos consideraron que otros chicos eran más atractivos y las chicas
que otras chicas eran más atractivas, sin importar la preferencia sexual
de los participantes.
Lo
más interesante es que este aumento en el atractivo no es universal. En
un estudio realizado en la Universidad de Leicester, Reino Unido, en
2001, se llegó a la conclusión de que los adultos perciben las caras de
niños de 10 años menos atractivas cuando habían bebido, a diferencia de
lo que pasa cuando se ven rostros adultos. Además, los participantes del
estudio fueron capaces de discernir las edades de las personas en las
fotos. Es decir, mientras el atractivo variaba dependiendo de si la
persona había bebido o no, la habilidad para distinguir la edad de otra
persona permanecía intacta.
La importancia de la simetría de tu rostro
Por
tanto, si no sólo se trata de que nos hacemos menos selectivos al
beber, ¿qué está pasando para que nos parezca que el rostro de otros
adultos se vuelve más atractivo? Aunque aún es necesario realizar más
investigaciones, la teoría que prevalece es que todo esto tiene que ver
con la simetría bilateral.
Esto significa, de manera sencilla, que si un humano es seccionado a lo
largo de la vertical y exactamente en el centro de su rostro, las
personas encontrarán más atractivos a aquellos cuya mitad se parece más a
la otra como si fuera un espejo.
Una
serie de estudios, uno de los cuales fue realizado por la Universidad
Roehampton en Londres, sugiere que el alcohol entorpece nuestra
habilidad de percibir asimetría y que esta podría ser la razón por la
cual la gente nos parece más atractiva cuando estamos bebidos.
Los investigadores describieron el experimento de esta manera:
Pusimos a prueba la hipótesis de que un importante consumo de alcohol disminuye la capacidad de detectar la asimetría en las caras y reduce la preferencia por rostros simétricos sobre los asimétricos. Mostramos a los participantes 20 fotos de un par de caras y luego 20 imágenes de una sola cara, una foto de cada vez. A los participantes se les pidió que dijeran qué cara del par de fotos les parecía más atractiva, y luego si la foto con una única cara era simétrica o no. Se reunieron los datos con participantes en los bares del campus de la Universidad de Roehampton. En total, 64 estudiantes voluntarios fueron clasificados como sobrios o ebrios. Para cada par de rostros en la imagen o rostro único mostrado, se grabaron las respuestas y también el nivel de ingesta de alcohol.
La
conclusión que se obtuvo en este experimento es que los participantes
sobrios se sentían más atraídos por gente con caras simétricas, y eran
mejores a la hora de seleccionarlos. Los individuos ebrios eran menos
capaces de identificar la asimetría en los rostros. Un descubrimiento
inesperado es que los hombres eran mejores que las mujeres a la hora de
determinar si el rostro de otra persona era asimétrico o no. Se teoriza
que esto puede tener algo que ver con el hecho de que, en general, los
hombres son más fácilmente estimulables sexualmente de forma visual que
las mujeres y, por tanto, conscientes o no, prestan más atención a
aspectos puramente visuales.
Lo interesante
es que parece que el efecto de "gafas de la cerveza" funciona en ambos
sentidos. No solo el alcohol hace que los que te rodean te parezcan más
atractivos de lo que son, también te puede convertir a ti mismo en algo
excepcional... al menos en tu propia mente. Dicho esto, el alcohol en
este último caso no es estrictamente necesario; solo necesitas pensar que has bebido un poco.
Sobre
esto último, Laurent Begue, del Universidad Pierre Mendes-France de
París, condujo un experimento para explorar el fenómeno del Síndrome de cuanto más bebo, más atractivo soy.
Pidió a 19 personas en bares en Francia puntuar su atractivo en una
escala de 1 a 7. Luego midieron sus niveles de alcohol con un
alcoholímetro. Los resultados no fueron una sorpresa: los participantes
que se puntuaron más alto a sí mismo fueron los que iban más bebidos.
El
experimento se hizo con una muestra muy limitada, por lo que Begue
realizó otro con 96 voluntarios. Se les aseguró que se trataba de una
investigación para una marca de cócteles de fruta: la mitad del grupo
probaría bebidas con alcohol y la otra mitad la versión sin alcohol.
Tras esperara a que el alcohol surtiera efecto, se pidió a todos grabar
un anuncio para la marca falsa, y luego mirar el vídeo y puntuar su
propio atractivo.
¿Resultado? No solo los que bebieron, sino los que creían que
habían bebido, se dieron a sí mismos mejores puntuaciones. Aquellos que
no bebieron nada - o bebieron algo, pero no sabían que era alcohólico,
fueron los más humildes en sus puntuaciones.
Pero
ahora viene lo malo. Cuando un panel de jueces imparciales (y sobrios)
echaron un vistazo a los vídeos grabados, votaron como peores los de la
gente ebria. Quizás eso explica por qué es tan difícil impresionar a ese
deslumbrante chico o chica que acaba de entrar en el bar cuando llevas
unas cuantas copas de más. Necesitas buscar a alguien que, al menos,
haya bebido tanto como tú. Para entendernos: alguien que también lleve
puestas las "gafas de la cerveza".
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