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Jill Tarlov,
de 59 años fue una de las víctimas: murió el domingo por la noche luego
de sufrir severas heridas al ser atropellada por un ciclista el pasado
jueves. Estaba casada desde hacía treinta años con un ejecutivo de la
cadena de noticias CBS, y tenía dos hijos.
Como consecuencia de la conmoción que generó su muerte, la Policía neoyorquina
ajustó las medidas y comenzó con las multas a los ciclistas imprudentes
que o bien exceden las velocidades permitidas en ciudad o conducen con
auriculares en ambos oídos.
Tan sólo el fin de semana, la Policía local emitió 103 citaciones judiciales por conducta inapropiada para los ciclistas. Por lo menos 29
de ellos fueron multados por no haber cedido el paso a transeúntes, 26
violaron luces rojas de semáforo y 30 fueron sancionados por llevar
auriculares. El número tan alto de citaciones constituye un récord
para tan pocos días. Entre enero y el 14 de septiembre habían labrado
468 multas en total.
La muerte de Tarlov conmovió
a la opinión pública y movilizó a las autoridades para poner fin a los
abusos cometidos por los ciclistas, quienes no siempre respectan las más
elementales leyes de tránsito y urbanidad.
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