Trucos para sacarle el mejor provecho a tu cena de Navidad
Que la cena sea todo un éxito es también
cuestión de acertar con la decoración, la vajilla y la cubertería.
Convertir
la cena de Navidad en un festival para los sentidos no es sólo cuestión
de invertir en los mejores ingredientes y de elegir un menú de calidad.
Escoger
la música adecuada, unos cubiertos en particular o una vajilla del
color apropiado puede tener un efecto inusitado sobre la comida y, por
lo tanto, los comensales.
Así lo asegura Charles Spence, profesor de psicología experimental en la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
El
experto estudia cómo los sentidos interactúan en la manera en la que
percibimos los sabores de los alimentos, entre otras cuestiones.
Así,
su línea de investigación científica se centra en los efectos concretos
de la compañía, la forma de presentar los alimentos, el color, el peso y
la textura de los utensilios y el sonido ambiente.
1. Música para endulzar la atmósfer
Según Spence, la música clásica hace que la comida se perciba como mejor calidad.
Según Spence, la música tiene un gran papel a la hora de covertir una cena deslucida en un festival de sensaciones.
En
su libro La comida perfecta (The perfect meal), el profesor
universitario explica que, por ejemplo, los comensales que no aprecien
mucho las coles de bruselas sentirán que el sabor amargo del vegetal se
disipa al escuchar una edulcorada melodía, como la de cualquier canción
de Ricardo Montaner.
De la misma manera, el experto asegura que la
música clásica hace que automáticamente mejore la percepción sobre la
calidad de la comida. Un truco a tener en cuenta para aquellos
anfitriones con un presupuesto ajustado.
Y un sonido de olas en
lugar de música es el acompañamiento ideal para una cena que comienza
con mariscos, según Spence. Nos traerá el sabor del mar, señala.
2. Utensilios, una decisión de peso
Así como la música, el peso de los cubiertos también influye en la percepción de la calidad de los platos.
Unas copas grandes de cristal fino harán parecer que el vino es mejor.
Explica Spence que con
cuchillos y tenedores pesados se puede embaucar a los comensales y
hacerles sentir que lo que están degustando es de lo más fino del
mercado.
Los vasos pesados tendrán un efecto similar con respecto a la bebida, cuando se trata de licores.
Y en cuanto a los vinos, copas grandes de cristal fino harán parecer que la cosecha es mejor.
3. Ambientación para estimular los sentidos
Además de elegir bien los utensilios, Spence sugiere prestar mucha atención a la ambientación.
En sus palabras, debe evocar "nostalgia navideña".
El profesor de psicología experimental
recomienda decorar el lugar de forma que evoque "nostalgia navideña".
"Se puede lograr con el olor a
pino, canela, un abeto. Un árbol de Navidad de verdad, no de plástico,
puede funcionar muy bien para eso", dice.
Y va más allá: "Iluminar con velas y cantar villancicos ayuda también a crear ese ambiente".
Todo
esto, además de hacer el lugar más acogedor, hará que los comensales
disfruten más de lo que están comiendo, asegura Spence.
4. El plato como lienzo
Spence sugiere presentar bien los alimentos, en lugar de echarlos directamente en el plato.
Navidad es una ocasión especial y no se puede echar la comida directamente en el plato, señala el experto.
"Presentarla
como algo artístico, bien colocada en el plato, hará que se perciba
como de mejor calidad". Incluso que sepa mejor, o al menos así lo sienta
el comensal.
Y ofrece un truco: "Hay que abstenerse de
colocar la comida de forma asimétrica en el plato. Estuvo de moda
durante un tiempo, pero en general la gente prefiere la simetría".
En esa línea, si se quiere potenciar una cena, los cubiertos tienen que pertenecer al mismo juego.
5. Los colores, no sólo para la vista
La elección de los colores también tendrá un efecto sobre el menú, explica Spence.
Un
plato rojo, por ejemplo, hará que el comensal se sirva menos, ya que
además de transmitir una sensación de calidez también provoca saciedad.
La elección del color de los platos también tendrá un efecto sobre el menú, explica Spence.
Según el doctor en psicología, está probado que una vajilla verde suaviza el amargor de los vegetales.
Así que éste podría ser un truco sencillo para los padres a los que les preocupa que sus hijos no prueben las verduras.
El
experto en psicología experimental asegura que servir el postre en un
platillo blanco hace que éste se perciba como más dulce.
Así, el
cocinero puede poner menos azúcar en el pastel y disminuir las calorías a
consumir de una cena habitualmente copiosa y altamente calórica.
Y
esto no es ninguna tontería, teniendo en cuenta las conclusiones a las
que ha llegado Spence en sus investigaciones en la Universidad de
Oxford.
Una de ellas es que comemos un 35% más si estamos
acompañados que cuando estamos solos y que nuestra ingesta aumenta en un
75% cuando compartimos mesa con otros tres comensales.
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