El 81% de personas
que comienza una dieta acaba dejándola. Comer bien, ya sea para perder
peso o simplemente por llevar una vida sana, no es fácil. Y la mayoría
de las veces la culpa de ello la tienen una serie de mitos, falsas
verdades o mentiras interesadas que cambian nuestra percepción por
completo.
Por otro
lado, desde un punto de vista biológico, la irónica realidad es que
estamos genéticamente programados para no adelgazar. Es un hecho que se
remonta a los tiempos en que los primeros homínidos se rascaban la
cabeza y mataban mamuts a lanzazos.
Evolutivamente,
nuestro cuerpo está programado para almacenar la mayor cantidad de
energía posible para anticiparse a una posible escasez de alimentos.
Como medida de supervivencia. Y para bien o para mal el principal modo
en el que almacena esa energía es en forma de grasa, localizada en la
barriga especialmente si hablamos de hombres y en las caderas si
hablamos de mujeres.
Estos son algunos de los mitos más extendidos en las dietas milagro de internet y en programas de televisión con dudable rigor.
Los carbohidratos engordan
Claro que engordan. Como cualquier otro alimento. Pero no engordan más, per se. Su valor calórico es de hecho relativamente bajo, de unas 4 kilocalorías por gramo. Como comparación, las grasas aportan 9 kilocalorías y además se queman selectivamente después de los hidratos.
Eliminar los carbohidratos, que es algo que proponen algunas dietas como la archiconocida Dukan, provoca cetosis.
La cetosis en sí no es mala, pero provoca un aumento de cuerpos
cetónicos en sangre, acidificándola, y suponiendo en este caso de manera
efectiva un riesgo para la salud.
Como en todo, la clave está en el equilibrio. “Los carbohidratos son, además, el nutriente favorito del cerebro. Y por tanto tienen que ser un ingrediente vital en la dieta” nos explica la doctora María Ballesteros, responsable de la unidad de nutrición y dietética en la sección de Endocrinología del Hospital de León. “Además hay que diferenciar entre los hidratos de carbono sencillos y los hidratos de carbono complejos”.
Separar hidratos y proteínas
“Comer hidratos y proteínas por separado engorda lo mismo que comerlas juntas” continúa la doctora Ballesteros “además,
no hay ningún alimento 100% puro que sólo contenga hidratos o que sólo
contenga proteínas. La mayoría de alimento son una mezcla de ambos. Lo
que hay 100% puro es el agua”. Carne, legumbres, frutas o cereales
son todos una mezcla de macronutrientes (hidratos, proteínas y grasas)
así que teóricamente es imposible separarlos.
Suprimir el azúcar
Aquí
aparece, una vez más, el concepto de equilibrio. Ningún alimento es 100%
bueno ni 100% malo en sí mismo y suprimir el azúcar, o sustituirlo por
edulcorantes como la sacarina, suele ser otro de los errores frecuentes.
“No
sólo es un error, sino que estudios recientes en Estados Unidos afirman
que incluso los diabéticos no deben prescindir por completo de los
azúcares, simplemente controlar su ingesta”, explica Ballesteros.
Lo
importante, por tanto es la moderación, y entender de qué lo acompañamos
exactamente. Una cucharilla de café aporta sólo unas 10 calorías,
insignificantes si tenemos en cuenta las 2000 o 2500 calorías que consumimos habitualmente.
El agua engorda
Es otra de
las afirmaciones más comunes. No, el agua no engorda, en ninguna de sus
formas, maneras de ingerirla o de producirla. Lo recomendado es tomar
unos dos litros de agua al día, pero gran parte del agua que ingerimos
viene incluida en los alimentos como por ejemplo la fruta. En cualquier
caso, no va a sobrar, así que bebe todo el agua que puedas. Es
beneficioso en más de un sentido.
Por un
lado, el agua no tiene ningún valor calórico. Por otro, tampoco provoca
retención de líquidos. En cualquier caso, y tomada antes de las comidas provoca más sensación de saciedad y que la persona coma menos (tomando menos calorías por tanto).
El pan engorda
Tampoco. Y
tampoco engorda más la miga que la corteza. Incluso si se quiere
adelgazar de manera agresiva, no es necesario eliminar el pan de la
dieta. Simplemente no tiene un aporte calórico tan elevado. Es más, y si
nos atenemos a la media, el consumo de pan suele rondar los 150 gramos,
bastante por debajo de los 220-250 gramos que la Organización Mundial
de la Salud recomienda tomar a diario.
Tampoco es cierto que el pan tostado (o integral, aunque más sobre eso unos párrafos más abajo) engorde menos. “Lo que pasa es que pesa menos, por el proceso (tostado) por el que ha pasado” dice la doctora Ballesteros “Así
que es lógico que si tomo 15 gramos de pan engorde menos que si tomo
90. El pan no tiene un elevado valor calórico y además es pobre en grasa”
¿Dónde está
la trampa? Probablemente en lo que acompañamos con el pan. Lo usamos
para mojar salsas o lo acompañamos con otros elementos como queso o
chorizo que sí pueden suponer, según los casos, un aporte calórico extra
innecesario. Innecesario, pero en ningún caso “malo”.
Saltarse una comida, especialmente el desayuno
Parece algo
lógico: si comes menos, ingieres menos calorías y por tanto engordas
menos. Aunque tiene un punto remotamente acertado, la realidad es que al
contrario, se produce un efecto rebote. “Tu cuerpo entra en algo parecido a un modo de ahorro de energía”
añade la doctora Ballesteros. Eso provoca que consuma menos energía de
la que debe, como medida cautelar y luego almacene más todavía más
energía, de nuevo en forma de grasas.
Puede
incluso provocar un efecto rebote y provocar un aumento de peso. ¿Lo
ideal? Repartir las comidas a lo largo del día. Desayuno, almuerzo,
comida, merienda y cena. Picotear entre comidas, especialmente alimentos
grasos o poco saludables, representa un peligro mucho mayor y evitable
que simplemente saltarse una comida al día.
Saltarse comidas, además, tiene repercusiones negativas sobre el rendimiento físico y sobre todo el mental. Ese
modo de ahorro no llega sin un precio, tu metabolismo desciende, la
concentración cae en picado y el cansancio aparecerá antes. Saltarse
comidas no sólo es inútil desde un punto de vista de pérdida de peso,
sino que además reduce nuestra calidad de vida de manera significativa.
No compensa.
Los huevos aumentan el colesterol
“Esta parte es controvertida” continúa la doctora Ballesteros “pero
la realidad es que no hay ni un sólo estudio que los relacione
directamente con el aumento del colesterol. Excepto abusos, claro”.
Tampoco hay una diferencia nutricional
significativa entre los huevos blancos y morenos, donde entra en juego
la raza de la gallina, no su calidad, sabor o nutrientes. En cualquier
caso, incluso comiendo un huevo al día no existe mayor riesgo de padecer
colesterol. “En su lugar, la mayor fuente de colesterol son las grasas saturadas. Y estas solemos evitarlas mucho menos que los huevos”
La barriga cervecera
“Nuestro organismo no es tan inteligente como para saber donde colocar la grasa” explica, (aunque haya ciertas zonas del cuerpo predispuestas a ello) “4 calorías son 4 calorías, da igual la forma o el origen mediante el cual las ingerimos”.
La tripa
es, en el fondo, el reflejo de un sobrepeso, de un desequilibrio
energético. Una caña tiene 90 kilocalorías, tiene un 5% menos de la
energía total el día, así que no debe suponer en principio un consumo
energético exagerado.
Las tapas
que muchas veces vienen con esa cerveza, o los aperitivos, sí que
suponen un peligro más grande en cuando a exceso de calorías que
simplemente tomarla y asumir que, por arte de magia, va a trasladarse en
una curva de la felicidad más pronunciada en nuestra barriga.
Lo integral tiene menos calorías
No. Lo que tienen los alimentos integrales es que contienen más fibra. “Esa fibra enlentece en parte la absorción intestinal de azúcares” matiza Ballesteros “y además es más sana”.
Ingerir alimentos integrales en el caso de alimentos como el pan, las
galletas, el arroz, la pasta o los cereales previene estreñimiento y nos
ayuda contra enfermedades que van desde la diabetes a trastornos cardiovasculares.
Las dietas basadas en un solo tipo de alimentos
Son
habituales en revistas. “La dieta del aguacate”, “La dieta del
melocotón”. La realidad es que son dietas carenciales porque no existe
el alimento perfecto que reúna de manera consistentes un equilibrio de
nutrientes perfecto. Tampoco son saludables las dietas que promueven una
“desintoxicación” de cualquier tipo de alimento (los hidratos, sin ir
más lejos).
Una dieta
sana, sea para perder peso o por llevar un estilo de vida saludable,
tiene que caracterizarse por un aporte nutritivo equilibrado,
promoviendo la ingesta de los diferentes tipos de alimentos. Eliminar
comidas como la pasta, o el pan, en lugar de incluirlos de manera
moderada sólo suele tener como resultado “rebotes” que luego hay que
estar arrastrando y eliminando.
0 Comentarios