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Investigadores de EE.UU. han descubierto las neuronas que
sabotean nuestros intentos de seguir una dieta y de no comer más de lo
necesario. Se llaman AGRP, y son las responsables de la sensación de
hambre que nos ‘obliga’
a picar entre horas y que boicotean las esfuerzos de seguir una dieta.
Cuando se avance en su conocimiento, los investigadores crean que podría
ser una fantástica diana farmacológica para el control del
Las responsable de que tengamos hambre, explican los investigadores del Instituto Médico Howard Hughes en un artículo que se publica en «Nature»,
hacen que, siempre que haya comida cerca, producen una señal que nos
‘obliga’ a comer. Esto, según Scott Sternson, que puede parecer en
principio una molestia, desde un punto de vista evolutivo, tiene
sentido. «Creemos que
estas neuronas son un sistema motivacional ancestral diseñado para
obligar a un animal a satisfacer sus necesidades fisiológicas».
Los investigadores también han identificado un conjunto diferente de
neuronas que están especializadas en generar sensaciones desagradables
de sed.
El hambre afecta a casi todas las células del cuerpo y
varios tipos de neuronas están dedicados a asegurar que un animal come
cuando las reservas de energía son bajas. Pero Sternson dice que hasta
ahora, lo que los científicos habían aprendido acerca de esas neuronas
no se habían adaptado completamente a algo que ya sabemos: el hambre es
desagradable.
Mucha hambre
«Hubo una predicción anterior de que habría neuronas que te
hacen sentir mal cuando tienes hambre o sed. Esto tiene sentido desde
un punto de vista intuitivo, pero todas las neuronas que se habían
analizado parecían tener el efecto contrario», apunta. En estudios
anteriores, los investigadores descubrieron que las neuronas que
incitaron a comer lo hicieron mediante el aumento de los sentimientos
positivos asociados a los alimentos. En otras palabras, que el hambre
hace que la comida sepa mejor.
Algunos científicos habían empezado a sospechar las ideas
de que una señal negativa en el cerebro que motiva el hambre podría ser
errónea, pero su conocimiento del sistema era incompleto. Las neuronas
AGRP, ubicadas en una zona de regulación del cerebro conocida como el
hipotálamo, participaron claramente en los comportamientos de
alimentación: cuando el cuerpo carece de la energía, las neuronas AGRP
se activan, y cuando las neuronas AGRP están activas, los animales
comen, pero no se había investigado hasta ahora la estrategia de esas
células para generar esa motivación.
Señal falsa
Junto a Nicholas Betley y Zhen Fang Huang Cao, los
investigadores comenzaron a trabajar con una serie de experimentos de
comportamiento. En el primero, ofrecieron a ratones bien alimentados dos
geles con sabor a fresa y naranja. Los geles no contenían ningún
nutriente, pero los ratones hambrientos tomaron ambas muestras. A
continuación manipularon las señales de hambre en los cerebros de los
animales modificando las neuronas AGRP mientras consumían uno de los dos
sabores. En ensayos posteriores, los animales evitaron el sabor
asociado con la señal falsa de hambre
En un experimento inverso, los científicos apagaron las
neuronas AGRP mientras los animales hambrientos consumieron un sabor
particular, de forma que desarrollaron una preferencia por la opción del
sabor que lideró el silenciamiento de las neuronas AGRP, lo que sugiere
que estaban motivados por apagar la señal desagradable de las células.
Shengjin Xu utilizó un diminuto microscopio móvil para
mirar dentro de los cerebros de los ratones hambrientos y supervisar la
actividad de las neuronas AGRP. Como era de esperar, las células se
activan hasta que los ratones encuentran alimentos. Según Sternson, lo sorprendente es que los roedores en realidad no tienen que comer para calmar las neuronas,
sino que las células dejaron de estar activas tan pronto como un animal
vio alimentos o, incluso, una señal que indicaba que había alimentos.
Además, su actividad se mantuvo baja mientras el animal comía.
Esto no tendría sentido si el trabajo de las neuronas AGRP
es hacer que la comida sepa mejor o si directamente controlan las
acciones individuales que llevan a comer, que eran dos posibilidades,
según Sternson. Pero para fomentar la alimentación, se necesitaría una
señal negativa para apagar cuando un animal consume alimentos, de forma
que sus experimentos de imagen respaldaron más lo que habían aprendido
en sus experimentos anteriores.
Terapias
El equipo realizó entonces experimentos similares en los
que se manipulan las neuronas sensibles a la sed en vez de neuronas
AGRP. Esas neuronas, que se encuentra en una parte del cerebro conocida
como el órgano subfornical (SFO, por sus siglas en inglés), se
comportaron de manera similar: los animales evitan los lugares donde las
neuronas SFO habían estado activas, lo que indica que las células
generan un sentimiento negativo.
En otros experimentos, el equipo de Sternson investigará
similitudes y diferencias entre los dos grupos de células. Además, su
equipo está interesado en comprender más sobre cómo interferir en las
funciones de las neuronas AGRP, lo que, en el futuro, podría hacer que
sea más fácil eliminar esos kilos de más cuando se haga dieta.
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