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Mito 1: Necesitas beber 8 vasos de agua al día
Esta regla
tan conocida como totalmente arbitraria se nos ha inculcado desde ya ni
sabemos cuando. De hecho, el médico y profesor del Dartmouth College Heinz Valtin escribió un detallado estudio publicado por la American Physiological Society en el que explicaba con detalle la ausencia de evidencia científica de semejante afirmación.
La verdad
es que la cantidad de agua que necesites beber puede ser mayor o menor a
8 vasos al día, o a 2 litros diarios, otra medida que se suele citar
también como “obligada”. No hay un número mágico y de hecho la cantidad
varía dependiendo de tu peso, estatura, temperatura ambiente, actividad
diaria y, sobre todo, la comida que ingieres.
Así que,
¿cómo puedes saber cuánta agua debes tomar al día? Antes de toda esta
ciencia, la gente confiaba en un mecanismo muy fiable y probado en el
tiempo para asegurarse de que bebía suficiente. Se llama sed, tal vez hayas oído hablar de ello. Bebe lo suficiente para saciar tu sed, y eso será justo suficiente.
Mito 2: Si tienes sed, ya estás deshidratado
Estrictamente
hablando, es cierto. La sed generalmente se produce por una reducción
en el nivel de agua del cuerpo. Pero no es tan drástico como
generalmente se nos hace creer.
Los niveles normales de sed comienzan cuando se produce entre un 2% y un 4% de reducción
de agua en el cuerpo. A no ser que sufras problemas renales, esto es
tolerable y sirve básicamente para avisarte de que necesitas un vaso de
H2O.
La deshidratación se convierte en un problema cuando superas una reducción de entre el 5% y el 8% de agua en el cuerpo. En este punto experimentarías mareos y fatiga, bastante más que simplemente tener la boca seca.
Estos principios sobre la sed también se aplican cuando estás haciendo ejercicio. Aunque, si te has olvidado de beber o no sabes muy bien cuánto deberías tomar, puedes echar un vistazo a las guías del American Council respecto
a practicar ejercicio: lo ideal es tomar un vaso de agua por cada 10-20
minutos de actividad física. Eso debería bastar.
Mito 3: Las bebidas isotónicas son la mejor opción después de hacer ejercicio
Depende.
Las bebidas isotónicas están cargadas de electrolitos (iones de sal) que
ayudan a tu cuerpo a reponer los que has perdido a través del sudor.
Estos electrolitos son importantes: son vitales para el sistema nervioso y ayudan a mantener los niveles de pH en la sangre, entre otras cosas. Pero ¿Gatorade, Powerade y
similares? No son realmente necesarias. El marketing te ha podido
convencer de que sí, pero realmente solo las vas a necesitar si has
estado haciendo ejercicio durante mucho, mucho tiempo, horas corriendo o haciendo hiking bajo el sol.
No importa cuán duro has estado estirando las piernas, probablemente te irá mejor si sigues bebiendo agua después de hacer ejercicio.
Mito 4: El agua expulsa las toxinas de tu cuerpo
No realmente. Hay una creencia generalizada de que beber gran cantidad de agua ayuda mágicamente a limpiar el interior de tu cuerpo de los pecados del fin de semana.
Beber la
cantidad adecuada de agua asegura que el metabolismo de tu cuerpo
funciona correctamente, parte de lo cual es el proceso natural del
hígado y los riñones para eliminar toxinas. Pero ese proceso funciona
siempre y cuando el cuerpo reciba suficiente agua. Cualquier ingesta
adicional no va a ayudar. De hecho, beber demasiada agua puede impedir a
tu cuerpo realizar ese proceso natural de eliminar toxinas. Demasiada
agua reducirá la concentración de sal en tu sangre, lo que puede dañar tus riñones e hígado, y prevenir un funcionamiento normal del organismo.
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