La
Viagra lleva en las farmacias desde 1998. En estos años no solo ha
demostrado ser útil para paliar la disfunción eréctil. La popular
pastilla azul ambién se ha revelado un valioso aliado a la hora de
tratar la hipertensión o prevenir el cáncer de próstata. A ese catálogo
de usos se añade uno nuevo muy inesperado: prevenir la malaria.
La Malaria
es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium. Estos
parásitos entran en el torrente sanguíneo y migran al hígado para
reproducirse y después infectar los eritrocitos
o glóbulos rojos. El plasmodium mantiene la célula huesped tersa y
elástica, lo que impide que el bazo las reconozca y las elimine del
torrente sanguíneo. La facultad del parásito para dar a los eritrocitos
este aspecto sano depende de una enzima llamada cinasa.
Un grupo de investigadores europeos ha descubierto que el citrato de sildenafilo
(el principio activo de la Viagra, que es su nombre comercial) eleva
los niveles de cinasa, lo que hace que los glóbulos rojos infectados con
plasmodium no puedan mantenerse flexibles, queden rígidos y el bazo los
identifique como células muertas, eliminándolos del torrente sanguíneo.
La técnica
se ha probado con éxito utilizando un filtro que replica las funciones
del bazo, pero aún hay que ajustar la droga para comprobar si realmente
funcionaría en personas. De hacerlo, abriría la puerta a un nuevo grupo
de fármacos que contribuirían a paliar ampliamente el contagio de la
enfermedad.
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