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La gracia del asunto es que no todo el contenido del SSD se borra al cabo de ese plazo, sino solo los archivos que nosotros marquemos para su destrucción, y cada uno puede desaparecer en un plazo distinto.
El objetivo de este SSD no es otro que velar por la seguridad y la privacidad de lo que guardemos en él de un modo bastante radical y definitivo. Su funcionamiento, curiosamente, es bastante más sencillo de lo que parece. Los sistemas de almacenamiento en SSD sufren errores constantemente, pero esos errores son fácilmente predecibles mediante sistemas de detección y corrección.
Lo que ha hecho el equipo del profesor Ken Takeuchiis ha sido trabajar a la inversa, introduciendo a propósito errores de escritura en los archivos destinados a su desaparición. Esos errores hacen que, con el tiempo, el archivo se degrade hasta quedar completamente irreconocible. Con un disco así, para borrar archivos comprometidos solo necesitamos dejar pasar el tiempo. [vía Nikkei Technology]
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