Es el primer hispano a cargo de la
mayor oficina de campaña del FBI. Diego Rodríguez, nacido en Colombia,
enseñaba español en una escuela pública cuando el FBI quiso reclutarlo
por primera vez a fines de los años 80 con la intención de incorporar
personal de habla hispana para aumentar la diversidad. Su respuesta
inicial fue "no, gracias. Estoy muy satisfecho enseñando".
Pero más tarde cambió de idea.
Cuando ingresó en la agencia, trabajó principalmente en casos de drogas.
Más de 25 años después, como director asistente a cargo de la oficina
del FBI en Nueva York, supervisa a unos 2,000 agentes y algunos de los
casos de terrorismo, tráfico de información privilegiada, fraude
cibernético y corrupción pública.
Se trata de un cargo con enorme
potencial de proyección pública. Pero mientras otros altos funcionarios
de la aplicación de las leyes son reconocidos por el público, Rodríguez
ha mantenido mayormente una presencia discreta en su primer semestre en
el cargo, reflejando una manera de actuar que permite que los resultados
de sus agentes sean elocuentes.
"Me intereso genuinamente en sus
casos, pero no soy un detallista", afirmó el funcionario de 50 años de
edad en una entrevista reciente en su oficina en el bajo Manhattan.
"Ellos tienen su propia cadena de comando. El jefe de la oficina no debe
inmiscuirse en determinados detalles".
Rodríguez proviene de un origen
humilde: nació en Colombia y lo trajo su familia a la ciudad de Nueva
York de infante. Pasó su infancia en un sector de Queens, de clase
media, donde su padre lo entusiasmó por el fútbol llevándolo a ver jugar
al legendario Pelé en el Cosmos de Nueva York.
Después de graduarse en la
Universidad de St. John's y enseñar español en la escuela intermedia,
cambió de carrera y recibió su primera asignación en una fuerza de
tareas del FBI que investigaba lavado de dinero de grupos del
narcotráfico sudamericanos y mexicanos. A lo largo de los años ocupó
distintas funciones como investigador y supervisor en Puerto Rico, Miami
y Washington antes de ser designado en 2010 director de la división
penal en la oficina de Nueva York.
En esos momentos la división
investigaba al magnate de Wall Street Raj Rajaratnam y su fondo de
inversiones de riesgo Galleon. Fue la primera vez que la agencia apeló
al método familiar en casos de hampones y narcos —interceptación
telefónica— para escuchar conversaciones sobre manipulación de
información privilegiada. El resultado fue que Rajaratnam fue a la
cárcel y cumple una sentencia de 11 años.
El director del FBI James Comey lo
escogió para dirigir la oficina de Nueva York el año pasado por
considerar valiosa "su experiencia táctica y su estilo de supervisión
considerado y motivador".
Rodríguez llegó en momentos en que
la agencia enfrentaba una amenaza terrorista creciente: los llamamientos
del grupo extremista Estado Islámico por internet para motivar ataques
individuales en suelo estadounidense.
El Estado Islámico "es muy efectivo
en las redes sociales manipulando a la gente y haciéndole pensar lo que
ellos quieren que piensen", comentó. "Es como las pandillas que medran
con los jóvenes vulnerables que no tienen dónde ir".
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