Operan con éxito, por primera vez, a una paciente implantándole dos electrodos en el cerebro que liberan estímulos eléctricos
Hace apenas seis meses, Elena, paciente de 47 años con esquizofrenia,
estaba confinada en su casa, aislada del mundo.No se relacionaba con
nadie, excepto con su madre, con la que convivía tras el fallecimiento
de su padre. Su día a día era una auténtica tortura. Sufría delirios y alucinaciones y
estaba desconectada de la realidad. Un equipo multidisciplinar de
especialistas del Hospital de Sant Pau de Barcelona ha logrado, mediante
técnicas de Estimulación Cerebral Profunda (ECP), mejorar su calidad de vida y liberarla de su pesadilla.
Ahora, seis meses después de someterse al tratamiento, la
mujer se relaciona sin problemas con su entorno, «e incluso ha
planificado un viaje», según explicó este martes la doctora Iluminada
Corripio, adjunta en Psiquiatría del citado centro barcelonés y una de
las que ha tradado a Elena, que se ha convertido ya en la primera paciente del mundo
que ha sido intervenida de esta enfermedad con ECP. «Se puede decir que
los síntomas en general (tanto las alucinaciones como su aislamiento) han remitido en un 35%», precisó Corripio.
Este tipo de técnicas, que consisten en implantar electrodos en determinadas áreas del cerebro para corregir,
mediante leves descargas eléctricas, las disfunciones detectadas, ya se
han mostrado efectivas para el tratamiento de la enfermedad de
Parkinson y los cuadros de depresión.
Por la muerte de su padre
La esquizofrenia le sobrevino a Elena cuando tenía 22 años a
raíz de la muerte de su padre tras una larga enfermedad, pérdida que la
encadenó a esta nueva realidad mental. En los últimos cinco años su situación había empeorado. No reaccionaba a los tratamientos farmacológicos y tuvo que ser ingresada en numerosas ocasiones.
Sin embargo, su vida dio un vuelco cuando cumplió los 44
años y los facultativos que llevaban su caso en Gerona decidieron
derivarla a la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Sant Pau de Barcelona,
con gran experiencia en el uso de estas técnicas. Una vez allí, al cabo
de unos tres años de estudiar su caso, los especialistas decidieron que
cumplía el perfil de paciente que
podía beneficiarse de la ECP -noreaccionaba a ningún tratamiento- y
programaron la intervención, que se llevó a cabo en diciembre de 2014.
El equipo de neurocirujanos del Sant Pau, dirigidos por el doctor Joan
Molet, implantó en el cerebro de la paciente dos electrodos
que liberan estímulos eléctricos para modificar la función cerebral
alterada, lo que puede regularse mediante un pequeño marcapasos. «De los
electrodos sale un pequeño cable que va conectado al pequeño marcapasos que se coloca al paciente en la zona superior abdominal. Todo se instala al enfermo por vía subcutánea y
no supone ninguna molestia para él», indicó a ABC el director del
Servicio de Psiquiatría de Sant Pau, el doctor Enric Álvarez.
Ocho horas de quirófano
La intervención, que cuesta unos 60.000 euros,
dura unas ocho horas y requiere anestesia general y una semana de
postoperatorio. Es una intervención invasiva pero es reversible. «Luego
los pacientes pueden hacer vida normal y centrarse en el tratamiento para recuperar los años perdidos», explicó Molet.
Seis meses después de pasar por el quirófano, los
denominados «síntomas positivos» de Elena -aquellos que son más
llamativos, como los delirios y las alucinaciones-
desaparecieron casi por completo y ahora el equipo médico se está
centrando en disminuir «los síntomas negativos», en su mayoría
psicológicos como el aislamiento del paciente y los hábitos de vida poco saludables, con el fin de normalizar su estilo de vida lo máximo posible.
«Hemos visto que mejorando los delirios mejora también el
aislamiento de la paciente», precisó la doctora Corripio. Detalló que la
estimulación cerebral en el caso de la esquizofrenia va dirigida a dos
áreas determinadas del cerebro: una denominada núcleo accumbens,
implicada en la regulación de la dopamina (los pacientes con
esquizofrenia la producen en exceso), y la área subgenual, que en
pacientes con determinadas patologías psiquiátricas está hiperactivada
«de una forma aberrante».
La especialista no quiso detallar en que zona de las dos se
implantaron los electrodos a la paciente. «No podemos decirlo porque
trabajamos también con efecto placebo», aclaró. Señaló, no obstante, que
los pacientes deben seguir el mismo tratamiento farmacológico anterior a
la intervención. «De lo contrario, la respuesta no podría atribuirse
exclusivamente al neurotransmisor que llevan implantado», añadió la
especialista.
Otros siete pacientes en espera
El centro ya ha intervenido a dos pacientes más, aunque,
según Molet, «es demasiado pronto para tener resultados» y prevé operar a
otros cinco entre este año y el próximo, dentro de un ensayo clínico
que tiene el apoyo de las becas Fis del Instituto Carlos III y la
colaboración de la Fundación para la Investigación y Docencia María
Angustias Giménez (Fidmag).
La estimulación cerebral profunda se empezó a aplicar en el
Sant Pau de forma pionera hace 15 años en enfermos de Parkinson, y
después se extendió a pacientes con depresión gracias a sus buenos
resultados y a la mejora de las técnicas de neuroimagen.
Esta trayectoria «ha sido esencial» para dar el salto a la
esquizofrenia, según Molet y Álvarez, que también destacó que esta
patología, que afecta a 400.000 españoles, presenta unas elevadas tasas
de resistencia -de hasta el 40 por ciento- y requiere de nuevas
alternativas a los fármacos.
De hecho, el perfil indicado para la estimulación cerebral
profunda es el de «pacientes con delirios y alucinaciones que han
agotado todas las posibilidades terapéuticas», como el caso de la
primera mujer intervenida, concluyó Corripio. La facultativa del Sant
Pau recordó que la tasa de recuperación de estos pacientes no llega al
17 por ciento.
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