Una de las principales causas de ceguera humana es la uveítis autoinmune,
que se produce por la activación de las células T, pero hasta ahora
poco se sabía cómo y dónde las células T se activan. Ahora un estudio
publicado «Immunity»
revela que los microbios del intestino producir una molécula que imita a
una proteína de la retina, que probablemente active las células T
responsables de la enfermedad. El estudio además podría contribuir a una
mejor comprensión de una amplia gama de trastornos autoinmunes y allanar el camino para el diseño de estrategias de prevención en el futuro.
Existe una enorme variedad de bacterias comensales y los
expertos especulan que, si pueden imitar la actividad de una proteína de
la retina, es posible que también puedan imitar otras proteínas propias
que son dianas de las respuestas inmunes inapropiadas en otras partes
del cuerpo. Para el autor principal del estudio Rachel Caspi, del Instituto Nacional de Salud de EE.UU.,
«es posible que la activación de las células inmunes por este tipo de
bacterias puede ser un desencadenante común de las enfermedades
autoinmunes que actualmente están en auge».
Y una de estas enfermedades es la uveítis autoinmune, que
representa hasta un 15% de la discapacidad visual grave en el mundo
occidental, y que suele afectar a la población en edad activa y tiene un
significativo impacto sobre la salud pública.
La uveítis autoinmune representa hasta un 15% de la discapacidad visual grave en el mundo occidental
Los pacientes con esta enfermedad experimentan a menudo
respuestas inmunes detectables a las proteínas de la retina únicas
implicados en la función visual, y dichas proteínas pueden provocar la
enfermedad en modelos animales. Sin embargo, estas observaciones
presentan una paradoja: debido a de la barrera hemato-retiniana, las
proteínas de la retina permanecen secuestradas en el ojo sano y no
pueden llegar a las células T en el resto del cuerpo y las células T no
pueden entrar en el ojo a menos que ya se hayan activado por las
proteínas de la retina o antígenos similares. Por lo tanto, ha sido un
misterio cómo y dónde las células T se activan y provocan la enfermedad.
Una posible pista proviene de estudios que muestran que los
bacterias intestinales son importantes en el desarrollo y la activación
de las células T que se han relacionado con la uveítis autoinmune. Por
otra parte, los microbios intestinales contribuyen a una serie de enfermedades autoinmunes.
Basándose en estos hallazgos, Caspi y su equipo pensaron que las
bacterias intestinales podrían ser las culpables de la uveítis.
Para probar esta idea, examinaron los factores
desencadenantes naturales de la enfermedad gracias a un modelo de ratón
que desarrolla espontáneamente uveítis. Antes de la aparición clínica de
la uveítis, los intestinos de estos ratones mostraron un alto número de
células T activadas. Los investigadores vieron que el tratamiento con
antibióticos reducía el número de estas células T en el intestino y
retrasaba y atenuaba el desarrollo de la enfermedad en los ratones.
Enfermedad a distancia
Además, los extractos de bacterias ricas en proteínas del
intestino en estos ratones con células T-retina específicas activadas,
hace que éstas sean capaces de romper la barrera hemato-retiniana para
entrar en el ojo y causar así uveítis. En conjunto, los investigadores
creen que estos resultados proporcionan pruebas convincentes de que los
microbios del intestino activan las células T que causan uveítis y
ofrecen además un nuevo mecanismo que explica cómo una enfermedad
autoinmune específica puede surgir por las respuestas a los microbios
intestinales en un zona distante.
Caspi y su equipo están ahora tratando de identificar
aquellas bacterias específicas que podrían producir la proteína que
imita el antígeno de la retina en su modelo animal de uveítis. También
buscarán señales adicionales que podrían contribuir a la activación de las células inmunes que causan estas enfermedades.
Si los investigadores son capaces de identificar estas bacterias y las
señales que activan las células T-retina específica, señala Caspi, «es
posible que podamos en el futuro utilizar este conocimiento para
eliminar selectivamente las respuestas inmunes que conducen al
desarrollo de esta enfermedad».
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