La flora y fauna de una buena parte de
la costa de Brasil están en peligro. Los residuos tóxicos vertidos tras
la rotura de un embalse de una explotación minera en la localidad Bento Rodrigues, en el estado brasileño de Minas Gerais, han alcanzado el océano Atlántico. Los biólogos dan la voz de alarma.
El pasado 5 de noviembre Brasil sufrió
su mayor desastre ambiental, cuando la minera de hierro Samarco, ubicada
en la localidad Bento Rodrigues, colapsó liberando millones de metros
cúbicos de desechos tóxicos y dejando al menos 16 muertos y múltiples
heridos.
Tras pasar avanzar 500 kilómetros por el
río Doce, el lodo tóxico, que contiene algunas
sustancias peligrosas como mercurio, arsénico, cromo y manganeso, llegó
al océano Atlántico y ahora la región está en alerta.
Según las estimaciones de los biólogos, se tardarán unos 30 años en
purificar la cuenca del río Doce. Además, “el flujo de nutrientes en una
zona de alimentación para muchas especies únicas del mundo marino, la
tercera parte de la región del sudeste de Brasil y la mitad del
Atlántico sur, se verá comprometida por un mínimo de 100 años”, dijo el
científico Andrés Ruchi a BBC Mundo.La empresa Samarco ha sido multada con aproximadamente 67 millones de dólares por las autoridades brasileñas y ya ha empezado a tomar medidas para prevenir un desastre global mediante la instalación de barreras en el agua.
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