El nuevo método busca hacerla bien sencilla: en lugar de calcular calorías, contar los bocados. Sin cambiar la comida ni aumentar el ejercicio, una reducción moderada da resultado sostenible
"Contar calorías es un poco difícil para mucha gente", explicó uno de los autores del trabajo, Joshua West, experto en Salud Pública del Departamento de Ciencias de la Salud de BYU, una de las razones por la cual exploraron este enfoque. "Lleva mucho tiempo y es muy engorroso y molesto para la gente, porque hay que atender a detalles como pesar los alimentos. Se hacen muchas estimaciones que resultan en errores: uno pondera el tamaño de una porción y cuánto comió de ella, y en esa estimación hay error".
Otro factor que orientó el experimento fue la demanda económica que exigen algunas dietas. "No tiene sentido decirle a alguien con recursos financieros limitados que tiene que gastar más dinero para comprar diferentes tipos de alimentos que son mejores para que baje de peso. Necesitamos una solución que comprendiera la situación en que se encuentran distintas personas", agregó. "Buscamos otro enfoque: maneras sencillas de controlar porciones".
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En una ocasión, West se encontraba con algunos colegas en Perú para realizar un estudio nutricional. Durante una comida alguien hizo una observación sobre el acto de llevar un alimento a la boca. "Pensamos que podríamos contar con cuánta frecuencia lo hacíamos, y una cosa llevó a la otra. Y por supuesto tomamos en cuenta otros estudios hechos en el área. No obstante, son pocos".
Entre ellos se cuentan los trabajos del médico Richard Black (en el momento de hacerlos, en la Universidad de Washington), o la experimentación con un contador de bocados del profesor de marketing Joe Redden de la Universidad de Minnesota, o el Bite Counter creado en la Universidad de Clemson. Sin embargo, no había experimentos como el que dio base al artículo "Pilot Test of A Bites-Focused Weight Loss Intervention" ("Prueba piloto de una intervención para la pérdida de peso enfocada en los bocados"), que West, Ben Crookston y Cougar Hall firman en el último número la publicación Advances in Obesity, Weight Management & Control (Avances en obesidad, mantenimiento y control de peso).
Una dieta a medida de cada persona
En el experimento que realizaron los profesores del Departamento de Ciencia de BYU, 61 participantes registraron durante una semana cada vez que llevaban a la boca un alimento y cada vez que bebían líquidos que no fueran agua. Al final de cada día le enviaban a los investigadores el total. "Así la gente identificó su punto de partida de ingesta energética, su referencia inicial", dijo.
—¿Con qué fin?
—Esa cantidad de energía mantenía el peso que tenían. A partir de entonces les pedimos que fueran reduciendo los bocados en un 20 por ciento. Encontramos que esa reducción era buena: sin ser muy dramática y difícil de mantener, resultaba adecuada para perder peso.
—¿Por qué combinaron el autocontrol y el deseo, más la atención consciente a lo que se come?
—Las dietas muy restrictivas, tanto en la cantidad de comida que se ingiere como en la clase de comida que se ingiere, pueden resultar muy difíciles de seguir. Reducir drásticamente lo que come, como bajar a la mitad la cantidad de calorías, puede no ser una buena idea, y es arduo. Una persona puede comenzar una dieta y decir "no voy a ingerir más azúcar"; sin embargo, muchos de los alimentos que comemos tienen azúcar. Y, francamente, no me gustaría vivir en un mundo donde no se pueda comer un postre. Es muy útil ubicar cuál es el punto de equilibrio que permite adherir a una dieta y a la vez perder peso.
—Los alimentos varían en términos de su valor calórico. No obstante, ¿se puede establecer algún promedio de valor calórico por bocado?
—Cuando comenzamos esta investigación fuimos por ahí. Determinamos el valor de un bocado en una dieta poco saludable y en una dieta saludable: según la clase de comida que uno ingiera, es de entre 20 y 35 calorías. Pero entonces advertimos otro aspecto difícil. Pensemos en una persona en Argentina y una persona en los Estados Unidos: no me sentiría cómodo si tuviera que afirmar cuánto ingieren por bocado. Nuestro enfoque debía ser sensible a las diferencias culturales para que pudiera funcionar en toda clase de situación. Decidimos que la mejor manera de hacerlo era buscar un enfoque personalizado.
—¿Cómo lo describiría?
—Cada persona cuenta cuántos bocados ingiere y, a partir de esa base, lo único que necesita hacer es reducir la cantidad de bocados, sin cambiar el tipo de comida. Sólo se reduce la cantidad de bocados. Y si otra persona hace lo mismo con una dieta muy diferente, va a funcionar igual.
Una app para contar bocados
Del grupo de 61 participantes, 41 pudieron terminar el mes de reducción de entre el 20 y el 30 por ciento de los bocados. Los que quedaron en el camino, en su mayoría, expresaron que se les hacía difícil mantener la cuenta de los bocados. "Es mucho más fácil que contar calorías, pero también puede ser un poco complicado: hay que mantener el control a lo largo del día", dijo West.
El equipo trabajó con el profesor Christophe Giraud-Carrier del Departamento de Ciencias de la Computación de BYU para crear una solución: "Un algoritmo que corre sobre un aparato sensor que se puede usar en la muñeca, y lleva la cuenta durante el día. A diferencia del Bite Counter desarrollado en Clemson, este contaría durante el día, monitorearía continuamente y haría un registro automático".
El algoritmo, pendiente de patente, se está trabajando con socios externos para crear una app para aparatos usables, como Android Wear y WatchOS.
"Lo único que necesita hacer es reducir la cantidad de bocados, sin cambiar el tipo de comida"
La misma idea de facilitar la reducción de peso —el concepto mismo de dieta— facilita también el conteo de los bocados. "Contar calorías está bien si uno puede hacerlo en el largo plazo", argumentó West. "Pero una reducción modesta o moderada de los bocados que se comen por día, por ejemplo 20 por ciento, es adecuado para que la mayoría de las personas puedan perder peso a un ritmo saludable, y mantenerlo. Creemos que contar bocados y reducirlos moderadamente es una manera sencilla de medir y mantener control".
Una de las áreas en las que se interviene con este método, que es un problema importante en las dietas, es lo que se llama comida oportunista: "Uno llega a la casa del trabajo, tiene hambre y come algo de pasada", ilustró el investigador. "O uno está en la oficina y un colega llega y le convida un pastelito. La comida oportunista es todo lo que no es comida planeada como desayuno, almuerzo y cena. Si se hace que la gente coma menos en el desayuno o en la cena, también nos importaba controlar la comida oportunista. Es una de las áreas más importantes a las que le prestamos atención con el conteo de bocados".
Por qué se come de más en el siglo XXI
Los investigadores creen que su enfoque es fácil de realizar y carente de costo, lo cual lo presenta como una opción viable para los dos tercios de la población de los Estados Unidos que tiene exceso de peso, uno de los cuales es un tercio de personas con obesidad.
"Los estadounidenses consumen considerablemente más calorías hoy que hace una o dos generaciones", dijo el doctor en Salud Pública Crookston, coautor del estudio.
—¿Por qué se da ese fenómeno? —preguntó Infobae a West—. ¿Se debe a la forma en que se procesa la comida, a que hay más comida disponible, a que la comida más económica y popular tiene más calorías?
—Todas esas razones cuentan. Y aunque suene poco académico, quisiera dar un ejemplo: cuando yo era niño, solía ir a la casa de mi abuela a pasar el fin de semana, y cuando ella preparaba el desayuno en la mañana, sacaba un vaso pequeño donde me servía el jugo y una bandeja pequeña donde me servía el desayuno. En mi casa yo quería el jugo en mi vaso grande, así podía tomar un montón, y me servían los alimentos en un plato grande. Mi abuela, en cambio, tenía esa otra vajilla, que era la vajilla que había tenido siempre.
—¿Todo contribuye a comer más cantidad?
—En educación sanitaria hablamos de la distorsión de la porción: consumimos porciones cada vez más grandes. La comida es abundante, es relativamente barata, está accesible, es sabrosa, y mi cuerpo se ha acostumbrado a comer más. Cuando hay más comida disponible, como más y creo que necesito más, y quiero más.
—¿Se sufre al reducir la cantidad de bocados?
—Cuando comenzamos a contar bocados y hacer una reducción leve o moderada, los primeros dos días pueden ser incómodos, porque uno se queda con hambre, y por eso cree que necesita más comida. Pero muy rápidamente el cuerpo se acostumbra. En verdad, en una semana uno piensa qué increíble era que comiera tanto antes, porque ya no necesita tanto. Para algunas personas, inclusive, contar bocados puede ser un factor de ahorro.
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