Profesor: William Hernández
Los habitantes de los barrios han tenido que aprender a sobrevivir creando y recreando la vida en el día a día, convirtiendo cada amanecer en la esperanza que lo acompaña hasta que llegue la noche.
La realidad de la marginación y la exclusión no le impide desarrollar las capacidades de lucha por tener un desarrollo personal, familiar y social sano y digno.
En el barrio, la vida se construye en la escuela y en la comunidad, creando alternativas de recreación, deporte e integración comunitaria. Ante la situación de carencias y desempleo se crean iniciativas personales y familiares de ingreso para el sustento que van desde limpiar zapatos, pasando por la fritura o hasta un negocio propio.
En el barrio existen diversas organizaciones juveniles, sociales, deportivas, que funcionan como espacios de participación, acción, solidaridad y desarrollo comunitario.
También en los barrios y campos vemos personas que producto de la exclusión, la marginación y por no haber encontrado el apoyo familiar, ni haber contado con las oportunidades para un desarrollo personal sano, hoy recurren a medios violentos para lograr su sobrevivencia y autoafirmación cuyas acciones desestabilizan el ambiente de tranquilidad. Esta realidad hace muy vulnerable a los habitantes del barrio para la manipulación y abuso de otros agentes externos a ella como es el de los traficantes de drogas.
Esas conductas violentas son reforzadas por las crecientes influencias que van ejercitando el tráfico y consumo de drogas, esto unido al “éxito” sin límites que transmiten la televisión y toda publicidad que nos dice que “todos somos iguales (pero solo como consumidores) ofreciéndonos el cielo en la tierra”, pero al no proporcionar los medios adecuados para lograrlo cada quien hace lo que sea para conseguirlo. La violencia generalizada, que antes era casi exclusiva del barrio, ha llevado a las autoridades a definir la introducción de unidades linces como “necesarios”” porque para ellos es la única manera de proporcionar seguridad y protección a los ciudadanos.
En la realidad los Linces en la ciudad son producto de una interpretación errada de las causas que llevan a la violencia y la delincuencia como modo de sobrevivencia, porque no ve más allá del hecho en sí y de quién lo ejecuta, sin preguntarse cuáles son los verdaderos factores que en el fondo están generando estas conductas. Antes Las consecuencias de la incapacidad de las autoridades de proporcionar los medios que garanticen a la comunidad un desarrollo digno de sus habitantes.
Cada vez que surge un brote de violencia aparecen las voces de las autoridades pidiendo el apoyo de la población para que identifique y denuncie a los delincuentes y apresarlos.
¿Acaso no conocen los policías que están en los cuarteles y vigilan”a los que hacen violencia en cada barrio? No tienen fichados a los verdaderos delincuentes? ¿O es que teniendo ojos para ver, en vez de asumir su responsabilidad, voltean la casa para no mirar, haciéndose de la vista gorda?.
Es verdad que los verdaderos delincuentes mantienen el terror y es verdad que necesitamos con urgencia seguridad y protección, pero de la manera en que no provoque más violencia, lo que lleva a mayor intranquilidad, inseguridad, sentimiento de desprotección y desconfianza en las autoridades.
Para poner en práctica soluciones efectivas a esta realidad, los distintos sectores y actores públicos y privados que podemos intervenir en esta problemática, tenemos que partir de un enfoque social que nos permita comprender la complejidad del fenómeno tomando en cuenta su multicasualidad para poder elaborar propuestas de largo plazo que sean preventivas y que respondan a las necesidades reales de los jóvenes.
No necesitamos más violencia de la que existe, los linces, sin especialidad para tratar con la gente, se han convertido en parte del problema, no de la solución. Lo que necesitamos son proyectos que garanticen el desarrollo sano de la población, entre los que están, escuelas técnico-laborales, centros recreativos y de integración comunitaria, fuentes de trabajo, apoyo a las iniciativas familiares de generación de ingresos, más canchas y asesoramiento y que las autoridades asuman una mayor fiscalización a los contenidos y calidad de los programas que se transmiten por televisión.
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