Masca un chicle durante media hora, dale un baño
en etanol durante toda la noche y, finalmente, mézclalo con una solución
de nanotubos de carbono. ¿Qué obtienes? Un sensor de movimiento
ultraflexible, mucho más preciso que las pulseras cuantificadoras
actuales, limitadas por su rigidez.
Son exactamente los pasos que siguieron en los laboratorios del Hospital Infantil de Manitoba, vinculados a la Universidad de Manitoba, en Canadá. La American Chemical Society ha publicado el estudio esta semana. Sus inventores le llaman Gum Sensor, “un sensor estirable, vestible y plegable basado en nanotubos de carbono y una membrana de goma de mascar”.
Si te estás preguntando si el chicle tiene que ser de menta, de la marca Doublemint para más señas, la respuesta es que no; cualquier sabor vale. Sólo me queda por decir: por qué los científicos no tienen cámaras de mayor calidad para demostrar estos inventos. [ACS vía medGadget]
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