Los seres humanos demostramos cariño de muchas maneras. La principal es con las palabras, pero también damos besos, caricias y abrazos. Y aunque lo hacemos con las mejores intenciones, los animales no interpretan muy bien estos gestos. Incluso los que mejor nos conocen y los que más nos quieren: los perros.
Abrazar a un can es una estupenda manera de sentirse feliz. Está demostrado que al hacerlo disminuye la presión arterial y se dispara la producción de la hormona oxitocina, relacionada con el establecimiento de vínculos, la seguridad afectiva y la felicidad. Pero todas estas bondades son solo para los humanos. A nuestros amigos peludos no les hace ni pizca de gracia que los apretujen.
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Stanley Coren, profesor de psicología y experto etólogo de la Universidad British Columbia ha analizado 250 fotos de personas abrazando perros y su conclusión es clara: hay que dejar esta conducta de lado de manera inmediata. Coren ha estudiado la comunicación no verbal de los animales, y la gran mayoría de ellos parecía estar a disgusto y en una situación de estrés.
Las señales de disconfort que Coren encontró en las imágenes fueron variadas: perros enseñando los dientes, lamiéndose la comisura de la boca, evitando el contacto visual, con las orejas gachas, algo erizados, bostezando de manera nerviosa…Todos estos son muestras de estrés y nerviosismo, y normalmente nadie suele prestar atención a ellas.
Un buen ejemplo de ello sería la siguiente foto:
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Aparentemente, parece una situación idílica, con una niña feliz abrazando a su perro que está muy tranquilo. Pero si observamos bien, en los ojos del animal se puede ver la esclera, o la parte blanca de los ojos, una zona que solo está visible si el perro sufre estrés. Lo mismo ocurre con las orejas gachas y con la cabeza girada para evita el contacto visual con la pequeña que le abraza.
Coren clasificó las imágenes analizadas -que obtuvo en Internet- en tres categorías, según informa la web IFL: si las mascotas mostraban al menos un síntoma de estrés, si las mascotas parecían felices, y por último, si su aspecto parecía neutral o ambiguo. Y los resultados fueron apabullantes: en el 81,6% de las fotos había ansiedad, y solo en el 7,6% los peros parecían relajados.
El experto explica que los perros se sienten agobiados cuando son abrazados porque son animales de naturaleza evitativa: si ven un peligro, prefieren huir antes que enfrentarse a él. Al estar atrapados en los brazos de alguien, aunque sean los de su amado dueño, sienten que no pueden correr en caso de amenaza, y se ponen nerviosos por ello.
Coren asegura que no todos los canes se sienten así, pero la gran mayoría sí, y pide que los seres humanos estemos atentos a las señales que emiten para darnos cuenta de cuándo estamos agobiándoles, aunque sea con cariño.
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