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En 1800, el naturalista alemán Alexander Von Humbolt describía en su diario un extraño comportamiento de las anguilas eléctricas. Estos peces tropicales que pueden medir hasta dos metros de largo saltaban desde sus charcas para electrocutar animales tan grandes como caballos. El agresivo ataque de las anguilas se tenía por una leyenda, hasta ahora.
Humboldt y su colega, el naturalista Aime Bonpland, recorrieron Venezuela hace más de dos siglos en busca de especímenes vivos de anguila para sus estudios. Las anguilas eléctricas viven en el lodo de aguas poco profundas y no son fáciles de pescar por métodos tradicionales. Los nativos de la zona recomendaron a los naturalistas emplear una técnica llamada: pesca con caballo.
En esencia, lo que hicieron fue guiar un grupo de caballos salvajes hasta el estanque donde estaban las anguilas. Asustadas por el movimiento y el ruido, estas comenzaron a saltar fuera del agua, pegándose a las patas y el vientre de los caballos y electrocutándolos.
El cruel método se saldó con dos caballos ahogados tras caer inconscientes por las descargas (las anguilas pueden liberar hasta 600 voltios de electricidad), pero dio sus frutos. Los peces terminaron tan exhaustos de sus ataques que los pescadores pudieron recogerlos sin problemas de la superficie con ayuda de palos.
Nunca se han podido encontrar razones que expliquen este agresivo comportamiento de las anguilas. Con el tiempo, el relato de Humboldt pasó a convertirse casi en una leyenda urbana. Sin embargo, Kenneth Catania se fijó en el relato y comenzó a investigar los agresivos ataques de las anguilas eléctricas.
El biólogo y neurólogo de la Universidad Vanderbilt se percató de que las anguilas saltan fuera del agua para tocar objetos que perciben como una amenaza cuando nadan en aguas poco profundas, y tienen una buena razón para hacerlo: así optimizan sus ataques.
Usando objetos como la réplica de una cabeza de caimán dotada de lámparas LED, Catania y su equipo ha podido determinar que saltar fuera del agua hace que las descargas de las anguilas sean mucho más fuertes.
Los pulsos eléctricos de la anguila se disipan rápidamente dentro del agua, pero al saltar fuera el propio cuerpo del animal reparte los polos de la descarga y la potencia de esta golpea con toda su fuerza. El estudio, recién publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) no solo verifica el relato de Humboldt hace más de 200 años, sino que añade una explicación al agresivo ataque de estos extraordinarios animales. [vía Proceedings of the National Academy of Sciences]
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