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Si te sabes los primeros números de Fibonacci (1, 2, 3, 5, 8 y 13), ya conoces un truco de cartas muy sencillo para conseguir pillar a tus amigos. Esto de mezclar magia con matemáticas viene de lejos y expertos como Colm Mulcahy se atreven a llamarse “matemagos” a sí mismos. Aquí lo tienes desvelando su truco.
La idea es la siguiente. El mago baraja las cartas, aparta seis de ellas y te pide que escojas dos (sacas un 8 de tréboles y un rey de corazones). Te dice que sumes su valor (“21”) y te comenta algunas de las posibilidades (“puede ser la sota más el 10, la reina más el 9...”). Vuelves a meter las cartas en la baraja. El mago mezcla las cartas de nuevo, les echa un vistazo, mueve algunas y baraja otra vez. Entre bla-blá y bla-blá (“puedo ver tus huellas dactilares porque no llevas guantes”) saca dos cartas: eran las tuyas. ¿Cómo lo hizo?
Lo decíamos antes, el truco es muy sencillo. Pero tienes que conocer los secretos de la sucesión de Fibonacci (y ser ágil con las manos para que no te descubran). Si usas la baraja francesa, separa un as, un 2, un 3, un 5, un 8 y un rey; equivalentes a los primeros seis números de Fibonacci. Así te aseguras que, escogiendo dos, todas las sumas den un resultado diferente que puedas memorizar. Memoriza también de qué palo es cada carta que has apartado.
Ahora el truco está en mezclar con agilidad, pero dejando siempre esas seis cartas en lo más alto de la baraja sin que el otro se dé cuenta. El resto es pan comido. Cuando te diga la suma, ya sabrás con seguridad qué dos cartas ha escogido así que puedes volver a barajar y decirle el resultado del modo más grandilocuente que se te ocurra. Y eso es todo, ya eres un “matemago”.
El truco se llama “little fib” en honor a Fibonacci y porque fib en inglés quiere decir mentirijilla. Al fin y al cabo no estabas enseñando todas las cartas, sólo las seis que más te convenían. [Numberphile]
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ResponderBorrarLos trucos de magia generan asombro y suspensión de la realidad. Habilidosos magos nos transportan a un reino de ilusiones, donde lo inverosímil se convierte en factible, dejándonos maravillados y sorprendidos.