La edición genómica sigue pareciéndonos algo propio de la ciencia ficción, pero es una tecnología ya aprobada para su uso en humanos que en 2016 se utilizó por primera vez para mejorar nuestros propios embriones. CRISPR abre posibilidades asombrosas, como la de diseñar vacas que no necesitan tomas antibióticos.
El sistema CRISPR, en esencia, nos permite cortar genes de un organismo y agregarlos en el genoma de otro, eliminando determinadas funciones de la genética o introduciendo mutaciones para conseguir un efecto deseado. Ya se ha probado con éxito en cerdos, peces, ratones y mosquitos, así como en embriones humanos para eliminar determinados trastornos congénitos.
Pero CRISPR es una herramienta compleja, especialmente por la dificultad que entraña encontrar el lugar idóneo donde insertar un determinado gen. Aún estamos aprendiendo a editar genomas sin producir efectos no deseados, y la tasa de éxito no es tan alta como nos gustaría.
Ahora un equipo de investigadores chinos ha conseguido producir las primeras vacas transgénicas con una mayor resistencia a la tuberculosis sin obtener ningún efecto secundario en su genética, más allá del buscado.
Para ello emplearon una versión novedosa de CRISPR conocida como CRISPR-Cas9n. Según detalla la revista Genome Biology, los científicos insertaron una segunda copia del gen NRAMP1 de resistencia a la tuberculosis en óvulos de una vaca hembra y transfirieron los embriones a varias vacas madre que parieron 11 terneros resistentes a la infección.
Primero, el bioinformático Yong Zhang y sus colegas del Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad Northwest A&F de Shaanxi (China) peinaron meticulosamente el genoma de las vacas para decidir dónde insertar la segunda copia del gen NRAMP1, que ocurre naturalmente en el animal. Pensaron que dos copias producirían vacas más resistentes, y no se equivocaron: al nacer, los terneros fueron expuestos a la tuberculosis y no enfermaron. Su sistema inmunológico resistió mejor que el de otras vacas que no habían sido alteradas.
Pero NRAMP1 es solo un gen que ayuda a resistir la tuberculosis, no hace que las vacas sean totalmente inmunes a la enfermedad. Sin embargo, es un paso importante para evitar infecciones devastadoras. La tuberculosis, causada por una bacteria llamada Mycobacterium bovis, puede enfermar también a los humanos y suele obligar a los ganaderos a safricar todo el ganado, ya que se propaga rápido y es difícil de detectar en fase temprana.
Si ninguna vaca enferma, los ganaderos no perderán su ganado. Y si no tienen que dar antibióticos a las vacas, las bacterias no se volverán resistentes al fármaco (uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la medicina). Además, con la velocidad a la que avanza CRISPR, es probable que más temprano que tarde consigamos vacas completamente inmunes a la tuberculosis bovina. El único obstáculo son las regulaciones del gobierno.
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