El general Rafael Leónidas Trujillo Molina tan pronto ascendió las escalinatas del Palacio Nacional, de manera autoritaria obligó a los ciudadanos alistarse en el oficialista Partido Dominicano y votar por él en las elecciones.
A partir de 1966, el doctor Joaquín Balaguer, asumiendo las enseñanzas de su mentor político y criminal, hablamos de Trujillo, montó formas diferentes para mantenerse en el poder, como fue con los dineros del Estado la compra descarada de sus opositores con cargos administrativos.
Esa misma técnica la usó con el pueblo votante, comprando sus cédulas en las propias narices de las autoridades de la Junta Central Electoral y Observadores Nacionales e Internacionales, garantizando con ello los conocidos “descomunales fraudes”.
Ayer la Iglesia Católica a través de sus obispos y sacerdotes, en medio de la conmemoración del día de la Virgen La Altagracia, reiteraron el contenido de su Carta Pastoral, que estableció ilícita la venta y compra de cédulas en los venideros procesos electorales.
Así como los obispos, los sectores organizados deben convertirse en orientadores, para que en las elecciones del próximo 16 de febrero los que vayan a ejercer su derecho al voto, no vendan su conciencia y no favorezcan a candidatos objetables.
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