La segunda etapa de un cohete Falcon 9, que no logró reencender su motor para salirse de órbita durante una misión Starlink el pasado 4 de marzo, acaba de quemarse en la atmósfera terrestre de la forma más espectacular posible.
La desintegración del cohete pudo verse desde los estados de Washington y Oregón, al noroeste de Estados Unidos, durante la noche del jueves. Aunque SpaceX no ha hecho aún una declaración oficial sobre lo ocurrido, numerosos astrónomos identificaron las luces como restos inofensivos de aquella misión.
Según el astrónomo Jonathan McDowell, del Centro de astrofísica Harvard-Smithsonian, la reentrada de la segunda etapa del Falcon 9 se observó en el área de Seattle sobre las 4:00 UTC del 26 de marzo. Es la decimocuarta pieza de basura espacial de más de una tonelada que se quema en la atmósfera desde enero, lo que significa que este tipo de eventos sucede cada semana.
En los 22 días que orbitó la Tierra antes de caer por efecto de la gravedad, la segunda etapa del Falcon 9 estuvo volando a 27.000 km/h. Una velocidad tan alta, sumada al clima de la parte superior de la atmósfera, hacen que sea imposible predecir dónde se producirá una reentrada. Sin embargo, satélites y piezas de cohete como estas se queman a 60 km de altura, muy por encima de la altitud que alcanzan los aviones, por lo que no suponen peligro alguno.
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