Estos datos pueden ser evaluados por la Inteligencia Artificial Polly para predecir exactamente, entre otras cosas, cómo votará cada uno de nosotros. En 2016, Polly predijo tanto el Brexit como la victoria electoral de Donald Trump.
Pero las posibilidades aparentemente infinitas de la nueva tecnología plantean dudas sobre su precisión, las amenazas a la privacidad de los ciudadanos y la democracia misma.
El ejemplo de las elecciones generales canadienses en 2019 ilustra los retos para la IA. La inteligencia artificial proporciona una imagen detallada de la intención de voto de la población. Pero eventos imprevistos pueden afectar considerablemente y sesgar los resultados.
Y también está el dilema ético: ¿El conocimiento de nuestras esperanzas y miedos les dará a los políticos la información que necesitan para ocuparse de nuestras necesidades y construir una sociedad "utópica", como afirma la directora ejecutiva de ASI, Erin Kelly; o se aprovecharán estos datos para engañarnos - ya sean nuestros propios Gobiernos o los de nuestros enemigos?
Y además,
¿es conveniente que la política reaccione a todos los deseos expresados en las redes sociales?
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