A lo largo del documental, el cineasta conoce a algunos de ellos. Para muchos es una feliz sorpresa que lo cambia todo. Su historia no es un caso aislado.
Con los avances en los análisis de ADN y el acceso a las bases de datos por parte de los particulares, cada vez más personas concebidas mediante la donación anónima de esperma descubren quienes son sus hermanos de sangre y exigen recibir información sobre la identidad de sus padres biológicos.
Algunos lo quieren saber por curiosidad, otros porque quieren cerciorarse de si pueden padecer enfermedades hereditarias y otros porque temen enamorarse sin querer de un medio hermano. Hasta ahora, el derecho al anonimato del donante gozaba de la máxima prioridad, pero poco a poco la jurisprudencia está cambiando: todos deben tener derecho a saber quién es su padre.
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