Este viernes es el 10º aniversario de la muerte de Amy Winehouse, la icónica y rebelde cantautora británica que no pudo superar su dependencia de las drogas y el alcohol, al que sucumbió a los 27 años de edad.
En coincidencia con el aniversario, Janis Winehouse-Collins, la madre de Amy, ha narrado un nuevo documental sobre la vida de la estrella musical. En este se incluyen imágenes inéditas y entrevistas con sus más cercanas amistades y familiares.
Los padres de la artista, Mitch y Janis, se encontraron con el reportero musical de la BBC Mark Savage en uno de los clubes de Londres donde Amy se presentó, para hablar sobre cómo buscan recuperar la imagen de su hija.
El documental se llama Reclaiming Amy ("Reivindicando a Amy") y sus productores buscan mostrar aspectos diferentes de la fulgurante pero atribulada cantante, así como de sus padres, después del "bilioso" y "ácido" trato que recibieron en la prensa en los momentos de crisis de Amy Winehouse.
"Lo que estamos tratando de lograr es una imagen más completa de Amy", explica Mitch Winehouse sobre la cinta que muestra imágenes y declaraciones inéditas de la artista.
En anticipación del documental que se emite por el canal BBC 2 este 23 de julio -la fecha en que murió- los padres de Amy regresaron a Camden, la zona de clubes en el norte de Londres tan querida por la cantante.
"Recuerdo a Amy presentándose en este escenario (Jazz Café), el lugar estaba a reventar", relata Mitch.
Desde su primer disco Frank, lanzado en 2003, la crítica fue prácticamente unánime al elogiar la frescura, franqueza y perspicacia de sus letras.
Pero fue su segundo álbum, Back to Black (2006), el que la consagró como una espectacular y talentosa cantautora que saltó al estrellato internacional.
El álbum cosechó innumerables premios, incluyendo cinco Grammy en una ceremonia a la que no pudo asistir porque Estados Unidos no le permitió la entrada por sus antecedentes con las drogas.
Implacable seguimiento de la prensa
Curiosamente las canciones de ese álbum no solo contienen las muestras de su increíble talento, sino además la cruda explicación de su atormentada personalidad, particularmente el sencillo Rehab ("Rehabilitación").
En esa canción, mostraba su reticencia a acudir a un centro de rehabilitación para alcohólicos, cantando abierta y descaradamente "No voy, no, no, no".
A partir de entonces la prensa no la dejó en paz, documentando sus excesos en bares y escenarios con una cobertura implacable.
"La llamaron borrachina, la llamaron yonqui, drogadicta", le cuenta Mitch a la BBC, señalando que eso era normal hace 10 o 12 años.
"Yo no creo que se pudieran salir con la suya hoy día. Creo que ahora hay más comprensión con los asuntos de salud mental, que no existía antes".
Durante esa época Mitch se volvió la cara pública de la familia, pero también fue duramente criticado por la manera en que manejó los asuntos profesionales y personales de Amy.
"Todavía recibo la crítica: 'Mataste a tu hija'", denuncia que le dice la prensa.
El documental no evade los momentos más oscuros de la cantante, pero tanto Mitch como Janis tratan de explicar las dificultades que puede enfrentar una familia cuando un ser querido está afligido por la enfermedad del alcoholismo y la drogadicción.
"Se cometieron errores cuando Amy estaba enferma", reconoce Janis en un momento dado. "Solo en retrospectiva ahora me doy cuenta de lo poco que entendíamos".
Pero Mitch interviene para opinar que no se pueden considerar errores lo que ellos hicieron.
"No hay una manera buena o mala de tratar el asunto (la adicción)", asegura, añadiendo que las únicas personas que podrían entender eso son las personas que lidian con la adicción en su familia.
"Como familia nos rompíamos la cabeza, ¿cuántas veces tuvimos intervenciones familiares?, ya perdí la cuenta. ¿Cuantas veces la llevé a rehabilitación y ella se iba al día siguiente?", evoca.
"Deseo de ser madre"
El documental también entrevista a las amigas más cercanas de Amy. Naomi Parry, Chantelle Dusette y Catriona Gourlay.
Esta última revela por primera vez que ella y Amy tuvieron una relación sentimental.
Aunque Mitch resalta que no puede comentar al respecto porque no sabía nada sobre la vida sexual de su hija, sí afirma que "Catriona y Amy era como hermanas. Eran mucho más que mejores amigas".
Naomi Parry dice por su parte que Amy quería ser madre, un hecho que queda confirmado con una secuencia de la cantante en el documental donde menciona tímidamente: "En 10 años quisiera tener un par de hijos".
Los padres de Winehouse mencionan que cada 23 de julio familia y amigos se reúnen en el cementerio y almuerzan allí en conmemoración de Amy.
"Los primeros 10 minutos nos ponemos a llorar y después de eso terminamos reventándonos de risa con una nueva anécdota de Amy", dice Mitch en un tono más de celebración que de tristeza.
"Mi broma es, 'ahora sé dónde está'", añade Janis, lo que su esposo califica de humor negro con una sonrisa.
"Pero es verdad", responde ella.
A las diez de la mañana, el guardaespaldas se acercó a su puerta y no escuchó nada. No lo sorprendió. Tampoco cuando repitió el movimiento a las 12 del mediodía. Supuso que dormía. La noche anterior se había quedado en su habitación despierta hasta tarde. Tres horas después, el hombre se preocupó. Fue a despertarla. Le habló despacio desde la puerta. No recibió respuesta. Se acercó y levantó el tono de voz. No recibió respuesta. Agachado sobre la cama, sacudió a la joven de 27 años. Tampoco hubo respuesta. Recién en ese momento sintió el hedor del alcohol. Pegó un grito. Dudó un segundo hasta intentar alguna maniobra de resucitación. Abandonó rápido el intento y llamó a una ambulancia, aunque sin demasiada esperanza.
Eran las 4 de la tarde del 23 de julio de 2011. Amy Winehouse había muerto por una intoxicación etílica. Al costado de la cama había tres botellas de vodka vacías. Los análisis toxicológicos demostraron que no había rastros de drogas en su sangre. Solo alcohol. Muchísimo. Una cantidad desmesurada. 4.16 gramos por litro de sangre. El límite antes del coma alcohólico es de 3.5. Tenía 27 años y una voz excepcional. A pesar de ser tan joven, nadie se asombró demasiado con la noticia. Su caída había sido previsible e inmensamente pública. Cada borrachera, cada exceso, cada incumplimiento contractual había sido a los ojos de todo el mundo. Un ejemplo: tres años antes, en 2008, cuando Amy tenía 24, el Sunday Times publicó un artículo titulado: “¿Puede ser salvada Amy Winehouse? ¿Existe algo que pueda salvarla de ella misma?”.
Amy se había deshecho en público. Como había escrito en el tema que titulaba el disco que la consagró Back to black: “Morí cientos de veces”. Ese 23 de julio fue la última y definitiva. Una muerte lenta, solitaria, previsible y precoz.
¿Cuándo empezó su caída? Imposible afirmarlo con exactitud. Los señalamientos comenzaron el mismo día de su muerte. ¿Quiénes fueron los principales responsables? ¿Su padre, su ex marido, su ex novio, la prensa, la industria? Un deporte habitual: tratar de encontrar una explicación que cierre, un villano que tranquilice las conciencias, que aplaque la incertidumbre, que expurgue al que se fue.
Desde su primera juventud, Amy sufrió de depresión y bulimia. El trastorno alimenticio estuvo oculto durante mucho tiempo. Luego, llegaron el alcohol y las drogas. En cantidades industriales.
Amy Winehouse fue una cantante descomunal. Su voz era una fuerza de la naturaleza. Sus primeras grabaciones son sorprendentes. Una chica de veinte que canta con la profundidad de una veterana, con un color de voz único y un manejo técnico deslumbrante. En la plenitud de sus facultades se la notaba con un total control de su arte, una habilidad innata. Era algo real, emocional, auténtico. No había artificios. Había un dolor ancestral en su canto. Alguna vez reconoció que no se le había pasado por la cabeza ser cantante profesional porque el canto para ella era natural, cotidiano, algo que siempre estuvo a su lado. Sus primeras apariciones públicas mostraban a una chica de gran franqueza, con una naturalidad salvaje y una frontalidad desusada.
En sus inicios ella se consideraba una cantante de jazz, pero con sus dos discos oficiales (luego de la muerte la discográfica editó algunos desparejos álbumes con tomas descartadas) se convirtió en la gran cantante de R&B, soul y pop del siglo XXI. Back to black es una pequeña obra maestra, la cumbre de su arte, de su legado escaso. Además de un éxito de crítica fue un descomunal suceso de ventas. Millones de copias en todo el mundo y premios de todo tipo. Cinco Grammys, Mercury Prize y varios Brits Awards.
Frank, su primer disco, tuvo una buena recepción, el impacto de lo inesperado. Una voz que parecía pertenecer a alguien mucho mayor. La búsqueda artística era permanente; deseaba ser auténtica. Las letras de sus canciones componen una autobiografía, una antología de pequeños fracasos, un catálogo de frustraciones amorosas. Ya en esos años los escándalos comenzaron a acecharla. Una conducta errática en varias apariciones públicas, algún concierto suspendido, recitales con performances vocales muy por debajo de sus posibilidades.
Lo que todavía no se sabía en ese momento era que los problemas con el alcohol y la droga eran tan severos. Había tenido colapsos e internaciones por sobredosis que la pusieron al borde de la muerte en varias ocasiones. En una de ellas encontraron en su sangre rastros de alcohol, cocaína, crack y heroína. Las versiones oficiales hablaban de chequeos de rutina, de una mala reacción a un medicamento o de cansancio extremo aunque todos supieron qué era lo que sucedía.
Eran los tiempos en que estaba de novia con Blake Fielder-Civil, un joven algo más grande que ella al que muchos del entorno de la cantante sindican como el responsable de haberla sumergido en las drogas. Parece difícil llegar a un veredicto tan contundente. Blake era, como Amy, una persona rota. Se saboteaban a sí mismos con igual eficacia. Y esas necesidades, esas carencias hicieron que se juntaran y que se reconocieron como pares y se enamoraran. Luego vendrían las separaciones y las reconciliaciones -siempre volvían- hasta que a Blake lo encarcelaron por casi dos años. Una de esas rupturas le proporcionó todo el contenido lírico a Back to black, la obra consagratoria de Amy.
En ese disco a la voz de Amy, a su fraseo único se le sumó la producción de Mark Ronson. Este le dio a las canciones un aire soulero, mezcla de las producciones de Phil Spector con Motown, con todos los avances del nuevo siglo, que catapultó al disco y a su cantante a la cima de todos los charts. El álbum vendió, en todo el mundo, más de 20 millones de copias. El tema que mayor difusión tuvo fue Rehab. Ese en el que la cantante le dice no, no, no a ingresar en rehabilitación.
En Amy, el documental ganador del Oscar dirigido por Asif Kapadia (especialista en biopics documentales como Senna y Maradona) surge otro de los señalados como culpables y a quien luego de la muerte de Amy no dudó en salir a disparar acusaciones hacia todos los frentes: el padre de Amy, Mitch Winehouse. Negador, no reconoció los problemas de su hija hasta bastante tarde (él fue uno de los principales opositores a que su hija ingresara en centros de rehabilitación durante largo tiempo). Ausente en gran parte de la vida de su hija hizo su aparición en el momento menos apropiado. Fascinado por la fama, por los flashes, hizo todo lo posible para no perder figuración y para obtener los mayores beneficios posibles de esta nueva situación: ser el padre de la nueva estrella del momento.
La prensa sensacionalista procuró quedarse con un pedazo más de ese cuerpo que se desintegraba a la vista de todos. La vulnerabilidad de la cantante no les provocaba compasión; muy por el contrario, alimentaba su voracidad. Los paparazzis, decenas, estaban permanentemente apostados en la puerta de su casa. Capturar una imagen con el maquillaje corrido, con sangre en la ropa, presenciar alguna pelea conyugal o, tal vez, un colapso físico era una posibilidad siempre presente en la caótica vida de Amy. Y nadie estaba dispuesto a perdérselo. La banda de sonido de cada aparición pública de la cantante eran los clics de los flashes fotográficos. Amy se desmoronaba en tiempo real ante los nunca frugales paparazzis. Una nube de fotógrafos llegó a acompañarla hasta el ingreso de una de sus internaciones.
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