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Texas ejecuta al hombre que secuestró y asesinó a una joven de 18 años en 2001


Un hombre de Texas que admitió haber secuestrado, agredido sexualmente y matado a tiros a una mujer de 18 años en 2001 fue ejecutado el miércoles por la noche.

Ramiro Gonzáles, de 41 años, fue declarado muerto a las 6:50 p.m. CDT después de una inyección química en la penitenciaría estatal de Huntsville por el asesinato de Bridget Townsend en enero de 2001.

Gonzáles se disculpó repetidamente con los familiares de la víctima en su última declaración desde la cámara de ejecución. Justo antes de que hablara, una consejera espiritual cantó una oración, apoyando su mano izquierda sobre su pecho.

El Estado de Texas ejecutó el miércoles por la noche a Ramiro Gonzales, un hombre que confesó el secuestro, la agresión sexual y el asesinato de la joven Bridget Townsend hace 23 años, en enero de 2001. Los abogados intentaron que Gonzales no llegara al corredor de la muerte en diferentes ocasiones, la última apenas unas horas antes de la inyección letal. En todos los casos de pena de muerte, y según la ley texana, el jurado debe evaluar la “probabilidad” de que los presos continúen cometiendo actos criminales en el futuro, lo que condiciona la condena hacia la pena capital o la cadena perpetua. El psiquiatra que en 2006 avaló la peligrosidad futura de Gonzales se desdijo pasados los años y admitió su error, pero la Corte Suprema desestimó este miércoles frenar la ejecución.

En el juicio de 2006, el psiquiatra Edward Gripon testificó que Gonzales probablemente volvería a cometer otra agresión sexual y sostuvo que había violado a Townsend por buscar una satisfacción sexual. Lo consideró un mal candidato para la rehabilitación. Pero según reveló una investigación de The

Marshall Project, 15 años después, el forense volvió a hablar con Gonzales y cambió su versión: “Los psicópatas te dirán que es culpa de otra persona. Ramiro no intenta salir con mentiras... Si la sentencia de este hombre fuera cambiada a cadena perpetua sin libertad condicional, no creo que sería un problema”. A pesar de que el forense sostuvo que el condenado no representaría una amenaza de peligro futuro para la sociedad, el tribunal texano decidió no indultarlo.

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