
Noruega es líder mundial en el uso de coches eléctricos, que el año pasado representaron nueve de cada 10 vehículos nuevos vendidos en el país. ¿Pueden aprender otros países de su experiencia?
Harald A. Møller, un concesionario de Oslo, lleva más de 75 años importando Volkswagens, pero a principios de 2024 se despidió de los coches que funcionaban con combustibles fósiles.
Ahora todos los vehículos para pasajeros en venta en su concesionario son eléctricos.
"Creemos que es un error aconsejar a un cliente que venga hoy aquí que compre un coche con motor de combustión interna, porque el futuro es eléctrico", dice el director ejecutivo Ulf Tore Hekneby, mientras pasea entre los coches en exhibición. "Larga autonomía, alta velocidad de carga. Es difícil volver atrás".
En las calles de Oslo, la capital de Noruega, los coches eléctricos no son una novedad, sino la norma. Si echas un vistazo a tu alrededor, pronto te darás cuenta de que casi todos los coches llevan una "E" de "eléctrico" en la matrícula.
Esta nación nórdica de 5,5 millones de habitantes ha adoptado los vehículos eléctricos más rápidamente que ningún otro país, y está a punto de convertirse en la primera en eliminar progresivamente la venta de coches nuevos que funcionen con combustibles fósiles.
El año pasado, el número de carros eléctricos en las carreteras noruegas superó por primera vez al de los de gasolina. Si se incluyen los vehículos diésel, los eléctricos representan casi un tercio de todos los que circulan por las vías del país.
Y el 88,9% de los coches nuevos vendidos en allí el año pasado eran vehículos eléctricos, un porcentaje superior a 82,4% de 2023, según datos de la Federación Noruega de Carreteras (OFV).
En algunos meses, las ventas de coches totalmente eléctricos alcanzaron el 98%, mientras que las compras de coches nuevos de gasolina o diésel casi se esfumaron.
En cambio, en Reino Unido, los coches eléctricos representaron sólo el 20% de las matriculaciones de coches nuevos en 2024. Aunque se trata de una cifra récord, y superior al 16,5% de 2023.
En Estados Unidos, la cifra fue sólo del 8%, frente al 7,6% del año pasado.
Incentivos
Noruega es sin duda pionera en la adopción de vehículos eléctricos, pero esta revolución eléctrica lleva tres décadas gestándose.
"Empezó a principios de los noventa", comenta Christina Bu, secretaria general de la Asociación Noruega del Vehículo Eléctrico, mientras me lleva a dar una vuelta por Oslo en una miniván eléctrica.

"Poco a poco se han ido gravando más los coches con motor de gasolina y diésel, por lo que su adquisición se ha encarecido mucho, mientras que los eléctricos han estado exentos de impuestos".
Las ayudas a los vehículos eléctricos se introdujeron por primera vez para colaborar con dos fabricantes noruegos de los primeros carros eléctricos, el Buddy (antes Kewet) y el TH!NK City. Aunque quebraron, los incentivos a los vehículos ecológicos se mantuvieron.
"Nuestro objetivo es que elegir cero emisiones sea siempre una opción buena y viable", afirma la Viceministra de Transportes noruega, Cecilie Knibe Kroglund.
A pesar de ser un gran productor de petróleo y gas, Noruega pretende que todos los coches nuevos que se vendan sean de "emisiones cero" a partir de 2025. En 2017 se fijó un objetivo no vinculante, y ahora ese hito está al alcance de la mano.
"Nos estamos acercando al objetivo y creo que lo alcanzaremos", añade Kroglund. "Creo que ya hemos hecho la transición para los coches de pasajeros".
La clave del éxito de Noruega han sido unas políticas previsibles y a largo plazo, explica.
En lugar de prohibir los vehículos con motor de combustión, el gobierno ha orientado las opciones de los consumidores. Además de penalizar a los vehículos de combustible fósil con impuestos y tasas de matriculación más altas, el IVA y los costos de importación fueron eliminados para los autos que generan bajas emisiones.
A esto le siguieron una serie de ventajas, como aparcamiento gratuito, descuentos en peajes y acceso a carriles de autobús.
En comparación, la Unión Europea tiene previsto prohibir la venta de coches nuevos que funcionen con combustibles fósiles para 2035.
En Noruega aún se permite la venta de coches de gasolina y diésel. Pero pocos optan por comprarlos.
Cambio de mentalidad
Para muchos noruegos, como Ståle Fyen, que compró su primer vehículo eléctrico hace 15 meses, la elección tenía sentido desde el punto de vista económico.
"Con todos los incentivos que tenemos en Noruega, sin impuestos para los vehículos eléctricos, era muy importante para nosotros desde el punto de vista económico", dice mientras enchufa su coche en una estación de carga de la capital.

"Con el frío, la autonomía es quizá un 20% menor, pero con la amplia red de recarga que tenemos en Noruega, no es un gran problema", añade Fyen. "Sólo tienes que cambiar de mentalidad y cargar cuando puedas, no cuando lo necesites".
Otra conductora, Merete Eggesbø, dice que en 2014 fue una de las primeras personas en Noruega en tener un Tesla. "Realmente quería un coche que no contaminara. Me daba más conciencia al conducir".
En las gasolineras noruegas, muchos surtidores han sido sustituidos por puntos de recarga rápida, y en todo el país hay ahora más de 27.000 cargadores públicos.
Tesla, VW y Toyota fueron las marcas de vehículos eléctricos más vendidas en Noruega el año pasado. Mientras tanto, las marcas de propiedad china -como MG, BYD, Polestar y XPeng- suman ya el 10% del mercado, según la Federación Noruega de Carreteras.
Noruega, a diferencia de EE.UU. y la UE, no ha impuesto aranceles a las importaciones chinas de vehículos eléctricos.
Cuestión de políticas
Según Bu, "no hay ninguna razón por la que otros países no puedan copiar a Noruega". Sin embargo, añade que "se trata de hacerlo de una manera que pueda funcionar en cada país o mercado".

En su opinión, los noruegos no son más ecologistas que los demás. "No creo que la mentalidad ecológica tenga mucho que ver. Tiene que ver con políticas fuertes, y con que la gente entienda poco a poco que conducir un coche eléctrico es posible".
No obstante, Noruega es un país muy rico que, gracias a sus enormes exportaciones de petróleo y gas, posee un fondo soberano de más de US$1,7 billones. Esto significa que puede permitirse más fácilmente grandes proyectos de construcción de infraestructuras y absorber la pérdida de ingresos fiscales por la venta de coches de gasolina y gasóleo y su combustible.
El país también dispone de abundante electricidad hidráulica renovable, que representa el 88% de su capacidad de producción.
"Un tercio de los coches son eléctricos ahora, y pasarán del 50% en unos años", afirma Kjell Werner Johansen, del Centro Noruego de Investigación del Transporte. "Creo que el gobierno acepta que siga habiendo algunos coches nuevos de gasolina o híbridos en el mercado, pero no conozco a nadie que quiera comprarse un coche diésel hoy en día".
En la actualidad, Noruega se ha convertido en un referente global en la transición hacia la movilidad eléctrica. Con un 88,9% de los autos nuevos vendidos en 2024 siendo completamente eléctricos, este país nórdico lidera un cambio que supera las expectativas, especialmente considerando su histórico vínculo con la producción de petróleo y gas. Esta transformación no solo ha sido posible gracias a políticas efectivas y a una infraestructura robusta, sino también por un cambio cultural profundo que posiciona a Noruega como un modelo a seguir para otras naciones.
La adopción masiva de vehículos eléctricos en Noruega
En las calles de Oslo, los autos eléctricos son la norma. Este fenómeno no es casual: el país lleva décadas implementando políticas para promover vehículos de bajas emisiones. Según la Federación Noruega de Carreteras (OFV), en algunos meses de 2024 las ventas de automóviles eléctricos alcanzaron hasta el 98% del total, mientras que las de autos nuevos de gasolina y diésel prácticamente desaparecieron. Noruega está a punto de eliminar progresivamente la venta de vehículos nuevos con combustibles fósiles, algo que se espera logren completamente en 2025.
Además, el número de automóviles eléctricos en las carreteras noruegas ya supera a los de gasolina, y si se incluyen los vehículos diésel, estos representan casi un tercio de todo el parque vehicular. Este avance se ha dado de manera tan acelerada que, para empresas como Harald A. Møller, un concesionario de Oslo, abandonar los motores de combustión interna es ahora un imperativo estratégico.
Factores clave que impulsaron el cambio

La revolución eléctrica noruega tiene su origen en políticas claras y bien diseñadas que comenzaron a gestarse en la década de 1990. Una de las medidas más importantes fue gravar los vehículos de combustión interna mientras se eximía a los eléctricos de impuestos como el IVA y tasas de matriculación. Esto abarató significativamente los costos de adquisición de los vehículos eléctricos frente a los convencionales.
Adicionalmente, el gobierno noruego introdujo incentivos complementarios: estacionamiento gratuito, descuentos en peajes y acceso a carriles de autobús. En conjunto, estas políticas crearon un entorno en el que elegir un vehículo eléctrico no solo era una opción lógica desde el punto de vista ambiental, sino también económica.
La infraestructura también ha sido fundamental. Actualmente, Noruega cuenta con más de 27.000 puntos de recarga pública, y muchas estaciones de servicio han reemplazado sus surtidores de gasolina por cargadores eléctricos.
Impacto económico y cultural del cambio

A pesar de ser uno de los principales exportadores de petróleo y gas, Noruega ha demostrado que la sostenibilidad no está reñida con la prosperidad económica. El país ha financiado su transición gracias a un fondo soberano de US$1,7 billones, el más grande del mundo, derivado de sus ingresos por hidrocarburos. Este respaldo financiero ha permitido absorber la pérdida de ingresos fiscales generada por la eliminación de impuestos en vehículos eléctricos y combustibles fósiles.
Culturalmente, los noruegos han adoptado una mentalidad diferente hacia la movilidad. Muchos consideran que los vehículos eléctricos no solo son económicos, sino también un paso hacia un futuro más responsable. Los conductores destacan que, además de los beneficios prácticos, optar por un auto eléctrico genera mayor conciencia ambiental al conducir.
Comparaciones con otros países
Mientras Noruega avanza rápidamente hacia su objetivo de cero emisiones, otros países enfrentan mayores dificultades para replicar este modelo. En Reino Unido, los vehículos eléctricos representaron solo el 20% de las ventas de autos nuevos en 2024, a pesar de ser una cifra récord. En Estados Unidos, la proporción fue aún menor, con apenas el 8%.
Esta diferencia no se debe únicamente a la falta de políticas similares a las noruegas, sino también a factores como la capacidad de financiar estas transiciones. Mientras Noruega goza de una economía robusta respaldada por su riqueza petrolera, otros países no cuentan con recursos equivalentes para subvencionar el cambio. Además, Noruega no impone aranceles a los vehículos eléctricos de origen chino, lo que ha permitido una mayor diversidad y competitividad en el mercado local.
Desafíos y futuro de los vehículos eléctricos en Noruega

A pesar de los avances, Noruega enfrenta desafíos importantes para consolidar su modelo. La creciente demanda de energía eléctrica, incluso con su abundante capacidad hidroeléctrica, requerirá inversiones continuas en infraestructura para garantizar que la red de carga se mantenga eficiente y accesible.
Por otro lado, aunque los autos eléctricos representan una solución viable para el transporte privado, es necesario expandir estas políticas a otros sectores, como los vehículos comerciales y de transporte público, para alcanzar objetivos más amplios de sostenibilidad.
Finalmente, mantener el apoyo político y social será crucial para evitar retrocesos, especialmente si los costos de los incentivos se vuelven insostenibles o si las preferencias del mercado global cambian.
El caso de Noruega demuestra que la transición hacia la movilidad eléctrica es posible incluso en contextos aparentemente contradictorios, como el de un país petrolero. Sus políticas innovadoras y su cambio cultural hacia una movilidad sostenible no solo lo posicionan como líder mundial, sino que también ofrecen un modelo adaptable para otras naciones en busca de un futuro más verde.
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